Se despedazan a dentelladas, aguanta la mamandurria

PSOE Podemos

El espectáculo del pasado martes en el Congreso de los Diputados sobre el asfixiante tema de lo sexual es imposible verlo en ningún otro Parlamento del mundo. Mucho menos en los países serios. Por el corte de lo expuesto en el fondo y las formas, pero sobre todo por la radiografía patética y en negro de un Gobierno de color amarillo.

Hubo una intervención de una aguerrida podemita (cuyo nombre no recuerdo y además no dice nada) que se dedicó a explicar cómo se debe «follar» (textual), qué hacer cuando el preservativo se desliza y algo relativo al sexo cuando las mujeres tienen la regla. Una persona tan alejada del puritanismo como el que esto escribe, pero con una cierta idea del pudor parlamentario y la educación (conquistas de la civilización), sólo pudo sonreír displicentemente. Lo sustancial desde el punto de vista político y del interés del contribuyente estuvo en la posición del PSOE, principal actor del Gobierno, y del resto del Ejecutivo, incluido los grupúsculos de la conocida como mayoría de la investidura.

La joven Andrea Fernández, leonesa de acento, días antes señalada por El Mediador en la cena del Ramsés, abrió las hostilidades contra la dupla enemiga (Belarra & Montero) con palabras gruesas: «Estamos hartos de sus peroratas», subrayó envalentonada la leonesa mirando directamente a las interfectas. Como doña Irene, la ministra burlada, fue dejada en la más absoluta y clamorosa soledad y también fue desdeñada para subir al estrado, aprovechó los inevitables pasillos de la Cámara para decir lo que llevaba dentro: «Un puñado de fascistas…». El gran Patxi López prefería sumergirse en el caso Kitchen antes que volver la cabeza y toparse con el otro gran Tito Berni.

A un Gobierno, con su presidente ausente, ¿creían los de Podemos que iban a ser los únicos a los que Sánchez no iba a traicionar?, no sólo dividido, sino a garrotazos en un espectáculo inenarrable y único, el navarro Carlos García Adanero, el diputado más pegado al sentido común y en sintonía con la calle, se lo dijo con la naturalidad popular que le caracteriza: «Sánchez es el responsable de la ley que se modifica… Si tanto le repugna la presencia de los podemitas, ¿por qué no los cesa? Si los podemitas no aguantan a Sánchez, ¿por qué no abandonan el Gobierno que preside?».

Era una pregunta retórica que el común de los españoles conoce. Se despedazan, sí, pero aguantan por las poltronas, el coche oficial, los altos sueldos, los gastos reservados, los escoltas y toda la parafernalia que conlleva el poder en un país tan desvencijado como España. ¿Han tomado ya nota?

P.D. La nueva perla cultivada de la inexportable Pam, en este caso sobre la madre de Abascal, refleja en toda su extensión la cantidad de pus que la podemita lleva en sus entrañas.

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