Desayuno con Feijóo

Feijóo

Esta mañana, desayunando en el Real Club Marítimo de Sotogrande, el camarero me ha preguntado: «¿Qué país quiere que le sirva hoy?». Estaba conmigo un periodista de raza, columnista de genio y figura; un personaje muy auténtico. Contestó por mí. «Primer acto: derrota de Feijóo. Ha perdido el control del órgano clave para conducir la legislatura en ciernes. Tráiganos dos cafés y tostadas con aceite, tomate y Jabugo. A ver qué dice el Rey, ya sabe que a una comuna se le engaña mejor que a un solo hombre». El camarero ha vuelto a preguntar: «¿Rallado?». Mi colega no lo ha entendido y ha sacado su brío: «Rallada estará su …». He notado mucha tensión, está la situación al límite.

Con la esperanza de que se relajara, y siguiendo con el tema político, pues era el motivo principal de nuestro encuentro, empecé haciendo algo de memoria, para darle a la charla perspectiva. Estaba la terraza del club llena, de manera que el desayuno tardaría en llegar. Líderes peperos: José María Aznar ha sido el único presidente del Partido Popular que puede presumir de haberse retirado por voluntad propia. Recordamos el solemne hundimiento de este partido en 2004, en la transición entre él y Mariano Rajoy, hasta su recuperación en 2011, terminando en la catástrofe que arrastró la corrupción acumulada por el caso Gürtel.

Posteriormente, las caídas de Rajoy y Casado han estado salpicadas de sinsabores, con pinceladas de mentiras y traiciones. Alberto Núñez apareció desde el pico noroeste del país como el anhelado príncipe del cuento. Mi colega me hizo volver a la actualidad, afirmando que le abrumaba un poquito el aspecto dejado de la nueva tercera autoridad del Estado. «Telita con el aspecto de Armengol». A todo cargo público habría que exigirle que pasara de vez en cuando por la peluquería o pidiera un poco de asesoramiento estilístico para una entrevista con el impresionante Rey de España. Quizás sea cuestión de tiempo, sólo hay que ver a Lady Comunist.

Continuamos comentando la desesperanzadora sesión del jueves pasado. Feijóo y Abascal están jugando francamente mal sus cartas. La nueva ruptura de la derecha a la hora de constituir las Cortes es un desencanto más. El cuestionamiento del líder del Partido Popular sobrevuela continuamente el tablero de ajedrez. Cierto que es aún un susurro minoritario, pero las dudas sobre sus decisiones conducen a la posibilidad de un progresivo alzamiento contra él o, menos probable, si él mismo podría abandonar. Parece que le cuesta entender cómo funciona Vox, a pesar de que su hoja de ruta está bastante clara.

A la espera del diagnóstico de Borbón y Grecia, todo apunta a que sólo hay dos opciones: o Sánchez logra un acuerdo y sigue siendo el peor presidente, dando un nuevo giro aparentemente imposible de su manual de resistencia, o estaremos abocados a la repetición electoral. En las consultas que está teniendo con los líderes de los partidos se verá si propone ya un candidato o espera a que se aclare el panorama. El primer botín, que era la presidencia del Congreso, ya está perdido.

Volvió a aparecer el camarero: «¿Les sirvo el agua por la izquierda?». Mi colega contestó: «Mire, ralladito, ¿ve esa gaviota azul que no consigue despegar de la proa de ese barco? Es obvio que tiene un talento inferior, así que habría que recomendarle algo menos relevante». El de la bandeja pilló la indirecta: «De acuerdo, señor, ahora lo comunico». El jabugo se derretía con el calor del pan, mientras la gaviota nos miraba retadora. Me vino a la mente Churchill – «En la guerra, resolución; en la derrota, desafío»-. Feijóo ya había abandonado la escena, y no sólo metafóricamente.

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