Deconstruyendo el discurso clasista, machista y peligrosamente identitario de Ábalos

Deconstruyendo el discurso clasista, machista y peligrosamente identitario de Ábalos

El pasado miércoles asistimos a la primera Interpelación al Gobierno de la nueva Legislatura. Le correspondió el turno a la Portavoz del Grupo Parlamentario Popular, Cayetana Álvarez de Toledo. El Ministro interpelado fue José Luis Ábalos y el asunto era sí de concreto: “Que explique los motivos que le llevaron a mantener una reunión con Delcy Rodríguez, los compromisos que fueron adquiridos en nombre del Gobierno de España con el régimen de Nicolás Maduro y a incidencia de dichos compromisos en las relaciones de España con Venezuela, con la Unión Europea y con nuestros aliados”.

Por mucho que la vicepresidenta Carmen Calvo diga que “Venezuela no le importa a nadie”, es lo cierto que, más allá de la empatía personal de cada cual, nuestro país tiene una innegable obligación de defender los Derechos Humanos en el mundo. Y a nadie se le oculta que tras el affaire Ábalos/Delcy España ha quedado en una lamentable situación ante la comunidad europea y el mundo libre en general. Que un Gobierno europeo proteja a una torturadora -señalada como tal por las resoluciones europeas que le han prohibido su entrada en el territorio de la Unión por ser responsable de graves delitos contra los Derechos Humano- mientras desprecia a un demócrata que ha merecido el reconocimiento como Presidente Encargado de Venezuela tanto de los países de la Unión como de Naciones Unidas avergüenza a cualquier ciudadano de bien y aleja a España del núcleo duro de los países comprometidos con la defensa de la democracia y los Derechos Humanos.

La respuesta del Ministro a la interpelación transcurrió, como era de esperar, en una muestra más de soberbia y desprecio hacia la tarea de control al Gobierno que constitucionalmente le corresponde ejercer a la oposición, ninguna de las preguntas que le dirigió la Portavoz del principal partido de la oposición obtuvo respuesta. Ábalos ocultó la información respecto del momento en que el Gobierno tuvo conocimiento de que la torturadora venía a España, el por qué venía, quien la había invitado, qué temas  iban a abordar… El Ministro se negó a responder respecto de las cuestiones que había tratado en su reunión con la torturadora y mintió cuando afirmó que no hubo tal reunión, que fue “un encuentro, llamémosle así”. Como si cambiar de nombre de las cosas pudiera cambiar la verdad y la gravedad de los hechos.

Ábalos mintió cuando afirmó que su misión al reunirse con la torturadora “se limitó a cumplir la restricción de acceso a España, y se cumplió”. Tal restricción no se cumplió, pues Delcy Rodríguez entró en el espacio aéreo y en territorio españoles; lo hizo al llegar, aterrizar y moverse por el aeropuerto de Barajas. Según el auto 55/1996, de 5 de marzo del Tribunal Constitucional –doctrina ratificada por el TEDH en 25 junio 1996 y más recientemente, en mayo de 2017, por el TJUE-  tanto el espacio aéreo como los aeropuertos están sometidos a la soberanía española. También el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos han sentenciado que todas las zonas aeroportuarias se encuentran bajo la soberanía delos Estados, que no existe “terra nullius” en ningún aeropuerto de Europa. El Gobierno de España ha infringido, a sabiendas,  una resolución de la UE al consentir que ese avión y esa pasajera pisen suelo español y por tanto europeo. Tras el grave incidente, las autoridades europeas han declarado que es a España a quien corresponde actuar ante la violación de la legalidad europea que ha cometido el Gobierno de Maduro. Pero,  ¿qué va a hacer el Gobierno de España si resultara que fue él mismo el “facilitador” de esa entrada en territorio prohibido?

Ábalos mintió cuando declaró en sede parlamentaria que se limitó a decirle a la torturadora ”usted  no puede entrar, lo sabe, continúe su plan de viaje y no tengamos mayores problemas”. ¿Y fue para no tener “mayores problemas” por lo que  permitió que de ese avión que había aterrizado ilegalmente en territorio español y europeo salieran cuarenta maletas -sin revisar por ninguna autoridad de aduanas- camino de la embajada del gobierno de Maduro en España?

En este asunto queda  mucho por esclarecer, y no solo desde la perspectivo política sino en el ámbito legal. Pero de lo que no hay ninguna duda es de que el Ministro mintió en su respuesta a la Portavoz Cayetana Álvarez de Toledo; que supo que la torturadora iba en ese avión y no impidió su llegada; que trató de ocultarlo y ayudó a la delincuente a saltarse las restricciones; y que eso le convierte en cómplice de un delito.

Pero las palabras del Ministro en su réplica a la Portavoz del Grupo Popular-más allá de las mentiras y el desprecio hacia la Institución en la que reside la soberanía popular- han servido para sacar a la luz aspectos muy preocupantes sobre el talante democrático del Gobierno de España.

Artículo 14 de la CE: “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza sexo, religión, opinión o cualquiera otra condición o circunstancia personal o social”.

El Ministro Ábalos (ante el regocijo y aplauso de los pocos diputados del PSOE que se habían quedado para solidarizarse con él y mostrar, a la vez, el desprecio a la Cámara que quisieron dejar ostensiblemente vacía) violó un derecho constitucional recogido en el artículo 14 de la CE (circunstancia social y/o personal) cuando despreció la interpelación haciendo alusión a la “alcurnia” de Álvarez de Toledo y a su “origen”: “el origen siempre nos determina a cada uno, nos acompaña siempre. Por lo tanto no tiene ninguna responsabilidad en ello”.

El Ministro Ábalos violó un derecho constitucional recogido en el artículo 14 de la CE (no puede prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento) cuando afirmó que ama a “este país” porque él “no he sido otra cosa que español”.

A la pretendida supremacía moral de la izquierda de que hace gala este gobierno se han sumado las actitudes más peligrosas para la convivencia y el progreso social de que hacen gala todos sus socios: lo más casposo del supremacismo nacionalista, del resentimiento social, del racismo y la xenofobia con el que la humanidad ha tropezado en los momentos más oscuros de su historia forman ya parte del discurso del PSOE y de sus ministros.  Basta rascar un poco… y ¡zas!, les sale todo. No, no me digan que exagero, porque todas esas expresiones deleznables en términos democráticos están en el discurso de un Ministro que es además el número dos del Partido Socialista Obrero Español.

No, no me digan que exagero, porque el clasismo, el desdén  y hasta la falta de piedad de esta pretendida izquierda que nos gobierna  también se pusieron de manifiesto cuando Ábalos afirmó: “eso que a usted le alarma de la pobreza lamentablemente es crónico en América Latina”. La única cosa positiva del discurso de Ábalos es que nos permitió ver sin ningún genero de dudas la pulsión moral que anima a los dirigentes y ministros del PSOE.

El 17 de enero de 1995 ante el Parlamento Europeo Miterrand  resumió en cinco palabras las consecuencias que el nacionalismo había tenido para Europa: “El nacionalismo es la guerra”. Quién le iba a decir que veinticinco años más tarde, alguien de su familia política habría de calificar como “progresista” tal abominación.

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