Cuidado, que protestar contra Sánchez le convierte en un peligroso fascista
El Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido hacer frente a la huelga de un sector del transporte acusándole de ser de «extrema derecha» y movilizando a la Policía Nacional. Cuando los piquetes mal llamados informativos son de UGT o Comisiones Obreras, la cosa cambia. Por supuesto, garantizar el derecho al trabajo es una obligación de cualquier gobierno, pero con Sánchez los piquetes son buenos si forman parte de los sindicatos amigos y son peligrosos fascistas si no forman parte del pesebre socialcomunista. Como los camioneros protestan ante la inacción del Ejecutivo, la respuesta de Sánchez es estigmatizarles y acusarles de responder a bastardos intereses. El domingo se manifiestan en Madrid agricultores y ganaderos por los mismos motivos -la falta de soluciones del Gobierno- y si la reacción del socialcomunismo es la misma terminarán acusándoles de estar al servicio de la extrema derecha. En suma, quien se eche a la calle en protesta contra Pedro Sánchez, ya sabe a qué atenerse. Será estigmatizado y considerado un enemigo del régimen socialcomunista.
De aquí a nada, transportistas, agricultores, ganaderos, pescadores -sectores que están sufriendo la parálisis de un Ejecutivo sobrepasado por su incompetencia- formarán parte de ese vasto universo antidemocrático creado en la factoría de propaganda de la izquierda para esconder su negligencia en la gestión. Todos serán, seremos, ultraderechistas. Entretanto, Sánchez sigue dilatando el plan para amortiguar los demoledores efectos que el precio de la luz y de los carburantes están provocando en sectores clave. Ni una sola medida, porque el Gobierno espera que la solución venga de la UE. Mientras, el desabastecimiento ha obligado a frenar la producción, con el consiguiente perjuicio para millones de españoles atrapados en una espiral de subida de precios que está ahogando a las familias.
Eso sí, soluciones ninguna, pero el Ministerio del Interior ya ha dado indicación a las delegaciones del Gobierno de reforzar todos los dispositivos policiales encomendados a la tarea de «organizar y asegurar convoyes de transportistas de bienes de primera necesidad» para garantizar el suministro. Por supuesto que hay que garantizar el funcionamiento de los servicios esenciales, pero calificar a los transportistas de peligrosos extremistas de derechas es una ignominia. Este Gobierno tiene claro que la mejor manera de defenderse es pasar al ataque. Como Putin en Ucrania, ya ve fascistas y nazis por todos los rincones.
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