Las Cortes del Frente Popular
Hizo bien Tristana Moraleja, diputada gallega del PP, cuando en la apertura de la legislatura lanzó vivas a España y al Rey. Fue secundada por buena parte de diputados y senadores en un gesto disuasorio ante quienes pretenden dinamitar lo conseguido en la Transición. Tales vivas a la Constitución y a la Corona son el mejor antídoto frente a los que se identifican más con aquel diputado del Frente Popular que exigió allá por el 36 al entonces presidente de la mesa de edad, Ramón de Carranza, que cerrara la sesión de constitución con un “¡Viva la República!”. A lo que éste contestó: “No me da la gana”.
El lío que se formó fue mayúsculo, con insultos hacia la tribuna y la escena de diputados socialistas cantando la Internacional puño en alto. Incluso hubo un intento de agresión a Carranza. Así, arrancaron aquellas Cortes del Frente Popular a las que se iba con pistola y el odio en la palabra. La falta de respeto era la tónica dominante, según los cronistas de la época, en un ambiente irrespirable. Ochenta años después, el Palacio de la Carrera de San Jerónimo vuelve a estar en manos de socialistas y comunistas. Y de nuevo, la descortesía, la grosería y la amenaza a la convivencia y la integridad territorial están demasiado presentes. Desde hace 10 meses.
Es indecente que los insultos y las ofensas hacia instituciones como la Guardia Civil, la Policía o la Corona sean proferidos de continuo por separatistas y filoetarras sin recibir la más mínima advertencia o amonestación. Es indecente que se ampare a los bildutarras en semejantes acusaciones infundadas y se interrumpa a la diputada Olona (Vox) en su respuesta de que tienen que «lavarse la boca». Es indecente que se ponga altavoz a un condenado por el Supremo por enaltecer el terrorismo y humillar a las víctimas con el argumento de que ETA ya no mata. Como si el Código Penal fuere algo momentáneo. Es indecente que el peronista Pisarello, que ultrajó la bandera de España, sea defensor en la Mesa del Congreso de los piraterías y engaños de Podemos para colar en el Congreso como conferenciante quien le venga en gana con tal de sacar rédito político. Ya sea al presidente argentino, Alberto Fernández, cuando estaba en campaña o con el vocalista César Strawberry (“A Ortega Lara habría que secuestrarlo ahora”, escribió) mientras el TC ve su recurso de amparo.
Es indecente que se ponga la alfombra a la progresía mediática y que se persiga a la prensa incómoda. Es indecente que el Ejecutivo socialcomunista reciba al vocero de los golpistas catalanes en la zona de Gobierno del hemiciclo, dándole un trato privilegiado a Juan Gabriel Rufián. ¡Cómo se pavoneaba el chulángano del procés por la moqueta! Es indecente que Batet no afeara a su socia proetarra Aizpurua el ataque a Felipe VI tildándolo de “autoritario”. Ahora se entiende que la Meritxell le dedicara un inaudito “¡Viva el Rey!” en su discurso solemne del día 3. ¡Cuánta hipocresía y desfachatez! Es indecente.