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El contradiós del Nomenclátor

El contradiós del Nomenclátor
El contradiós del Nomenclátor

A su majestad el emérito, o sea don Juan Carlos de Borbón, el Ayuntamiento de Palma, merced al esfuerzo de sus esforzados normalizadores lingüísticos aunque ahora parece que han recobrado la cordura, decidieron bautizarlo como Joan Carles, que debe ser otro señor cuyo nombre se parece pero que no es el mismo ya que, que se sepa, a don Juan Carlos al bautizarlo le pusieron don Juan Carlos y que se sepa, los nombres no se traducen.

Pero esto, como se ve, era antes ya que ahora, vayan ustedes a saber el porqué, sí que los han vuelto a poner en la lengua en que fueron alumbrados. Quedan todavía alguno por reponer, mismitamente don Joan Carles, pero vaya, todo se andará. Lo que no va a quedar, vive Dios, es ningún fascista en el nomenclátor. O sea, Palma quedará una ciudad libre de fachas.

El Ayuntamiento de Palma decidió por tanto eliminar del callejero a los almirantes Churruca, Gravina y Cervera por su origen protofascista o sea, fascistas avant la lettre. Resumiendo, los almirantes en cuestión eran fachas. El ayuntamiento, en consecuencia, decidió eliminar sus nombres del callejero para cumplir la Ley de Memoria y Reconocimiento Democrático y «recuperar la historia y los topónimos tradicionales y reivindicar el papel de las mujeres en la historia». Ele.

Así, la plaza del almirante Churruca pasaría a llamase Mateu Pruners, la calle del almirante Gravina, Angelí Dulcert y la de Cervera, Pere Rossell. Los tres nuevos nombres correspondían a cartógrafos varones de entre los siglos XIV y XV. El alcalde actual, el socialista José Hila, insistió en que el cambio de nomenclatura era para «seguir avanzando en democracia». «Por eso, dijo, seguimos cambiando nombres de calles, abriendo fosas e identificando los cuerpos para poder devolverlos a sus familias». Pero del cambio, nunca más se supo.

Motivo. La Comisión de Memoria balear explicó que en los tres casos el nombre de la calle se refería a los almirantes en cuestión y no a los barcos franquistas que llevaron su nombre a lo largo del siglo XX.

Profundizando en el antifascismo, la Calle Alférez Llobera Estrades pasó a llamarse Carrer de Joan Fuster; Canals Alemany Carrer del Mariscal Bartomeu Gayman; Alférez Cerdá, Carrer de Pilar Juncosa; Alférez Dezcallar Alomar, Carrer del Camp Roig o Alférez González Moro Carrer de Margarita Retuerto, Jurista. Lo curioso del caso es que el carrer Sansaloni pasó a ser el de Natacha Rambova, Actriz o la calle de Fra Luis de León pasó a ser Calle Fray Luis de León y el de Mare Alberta Pedagoga, Calle Cayetana Alberta Jiménez. De igual modo se pusieron en su nombre original las calles de Ada Byron Analista i metafísica, Blaise Pascal Filósofo i científico, Diego Salvà Guàrdia civil, Gaston Vuillier Escritor, Jean B. Laurens Escritor, Laura Bassi Filósofa y científica o Mary Stuart Boyd escritora. Total, el nomenclátor convertido en un contradiós.

Puestos a arreglar, si se quiere, un poco más las cosas, ahí tenemos a Tit Livi o Cecili Metel, bautizados, es un decir, como Quintus Caecilius Metellus Pius o Titus Livius y a quienes convendría también que les asistiera la caridad de cambiarles el nombre para dejar las cosas un poco más acordes con la realidad.

No lo harán. La norma es hacer siempre las cosas a medias. Todas, a mayor abundamiento.

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