Contra perros y cristianos

Perros musulmanes Reino Unido

El gobierno de Gales en el Reino Unido estudia la prohibición de pasear perros en ciertas partes de las ciudades y pueblos para no ofender a los musulmanes. Estos, en su aversión a los canes, se declaran ofendidos por la costumbre de los británicos de tener mascotas. Es solo una más de las costumbres de los anfitriones que los ni siquiera invitados sino invasores pretenden abolir.

El gobierno laborista de Gales había anunciado a su llegada que impondría un plan para hacer desaparecer todo rastro de racismo de su paisaje urbano. Lo que quieren hacer desaparecer son siempre las tradiciones, reglas y hábitos nacionales que entran en conflicto con una muy específica ideología religiosa medieval de desiertos remotos.

Nadie excluya que en algunos barrios pronto les prohíban directamente tener perro a los galeses para no molestar a los vecinos paquistaníes, sirios o afganos llegados ilegalmente, que ni trabajan ni tienen intención y que viven en hoteles de cuatro estrellas pagados por los contribuyentes que son, lo han adivinado, siempre los dueños de los perros. Los dueños de los perros trabajan cada vez más para ser cada vez más pobre mientras los enemigos de los perros tienen todo el tiempo del mundo para el ocio, la mezquita y las manifestaciones antisemitas y antioccidentales.

Con un poco de tiempo y si no se lo impiden unas elecciones y el triunfo de fuerzas nacionales como Reform, estos socialistas acabarán con todo rastro de cultura británica en las calles. Todos los símbolos de la cultura propia van siendo vetados mientras nadie se atreve ya a proponer que desaparezcan odiosos símbolos de culturas ajenas hostiles y totalitarias, desde el hijab a los bloqueos de calles, manzanas enteras o barrios con rezos en las calles cuando inauguran mezquitas cada pocos días.

En el Reino Unido bajo los laboristas de Keir Starmer, ese primer ministro que como fiscal encubrió miles de casos de violaciones y tráfico de menores británicos entre bandas paquistaníes, se ha declarado una brutal guerra contra la cultura propia que lleva hasta la persecución policial a quienes izan banderas británicas, la Union Jack.

Hay en la actualidad cientos de encarcelados en el Reino Unido y muchos miles de procedimientos judiciales contra ciudadanos sin tacha cuyo único delito ha sido manifestar su descontento con la política de migración o maldecir el deterioro de su entorno debido a la invasión musulmana. Y se suceden las denuncias contra cualquiera que ose recordar que el Reino Unido ha sido cristiano desde la época romana. Una concejal de la localidad de Falkirk en Escocia fue denunciada esta semana por recordar en una entrevista que «ella había nacido y se había criado» allí. Lobbies musulmanes la han denunciado porque se han sentido ofendidos y marginados por esa constatación.

La brutalidad de la represión antinacional del multiculturalismo bajo el estado policial que está desarrollando Keir Starmer se ha disparado y lleva a niveles tan grotescos que la reacción está servida. Los últimos sondeos en el Reino Unido dan al partido Reform de Nigel Farage entre 395 y 410 de los 650 escaños del parlamento de Westminster.

Si se llevan las manos a la cabeza por lo que pasa en el Reino Unido, que debieran, sepan también que en otros países europeos están en la misma deriva. Y en España también. Aquí nos negamos a vetar las cárceles de tela que imponen como vestimenta a las mujeres musulmanas, pero vetamos el jamón, lomo y carne de cerdo en los colegios de Ceuta de momento. Y este gobierno ilegítimo y criminal de socialistas y comunistas que tenemos en España es capaz de tomar las más salvajes medidas de represión contra los españoles como también de recurrir a la violencia en aras de preservar su poder del que depende su impunidad. Sin ella, todos saben que su horizonte penal podría ser dramático.

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