Cómo no perderse en un ‘mundo progre’ en 2022

Cómo no perderse en un ‘mundo progre’ en 2022

El año 2021 fue bastante malo en muchos planos, incluido en el ideológico y en el debate de las ideas. Además de varios reveses electorales, la derecha ideológica ha mostrado una gran descoordinación, una profunda división y una ausencia absoluta de iniciativas que la diferenciaran del tradicional discurso buenista insuflado desde la izquierda occidental.

Mientras que hay una gestión de la pandemia que ha sido mucho peor en los países liderados por gobiernos de izquierda que por gobiernos de conservadores o liberales, una gran parte de la derecha -en su tradicional actitud tibia y blandita de no querer desagradar, no incomodar y de pastelear con las ensoberbecidas checas mediáticas- ha caído en cada una de las trampas que le han tendido desde la izquierda y no saldrá de ellas hasta que no supere el síndrome de Solomon que padece.

Un ejemplo reciente lo pudimos ver en lo ocurrido en Chile hace pocas semanas. Allí el líder de la derecha, José Antonio Kast, que había ganado de calle la primera vuelta de las elecciones presidenciales fue dejado al albur por casi todos los líderes de la derecha del mundo. El resultado fue que el país andino cuenta ahora con el presidente más radical en la izquierda desde los tiempos de Salvador Allende. Ni siquiera Pablo Casado, durante su gira hispanoamericana, se atrevió a mantener un encuentro con el que era el representante de la libertad, de la economía de mercado y de los derechos individuales.

Mientras que la izquierda confronta cada contienda electoral como una final donde debe ganar alguno de los suyos, por muy de la extrema izquierda que sea, la derecha puritana exige de forma inconcebible hasta la partida de nacimiento de los suyos antes de mostrar cualquier tipo de apoyo. A Pedro Sánchez no le importa lo más mínimo hacerse la foto con bilduetarras o con tiranos criminales como Díaz Canel en Cuba, como a Zapatero que le trae sin cuidado hacerse las fotos que sean necesarias al lado del sátrapa Maduro, porque sus miradas están puestas en conquistar o mantener el poder allí donde se pueda y cómo sea.

En Hispanoamérica la izquierda se hizo en 2021 con el poder en Chile y Perú, además de perpetuarse en los lamentables circos de Venezuela y Nicaragua. En 2022, la banda de Zapatero y su Foro de Sao Paulo van a por Brasil y a por Colombia. Bolsonaro es en el continente americano para los brazos mediáticos de la izquierda crispadita lo que Hungría y Polonia son en Europa. Una especie de dictadores modernos que, o sorpresa, llegaron al poder ganando elecciones limpias con el voto mayoritario de sus ciudadanos. Si gana este año Lula da Silva, expresidente socialista que estuvo en la cárcel por corrupción a espuertas y lavado de ingentes cantidades de dinero negro, poco dirán porque habrá barrido a Bolsonaro.

En Europa ocurrió tres cuartos de lo mismo en Alemania. Angela Merkel perdió en buena parte por su pasteleo con el globalismo y con las fuerzas de la izquierda europea. Si Merkel hubiera hecho políticas de derechas y sabido defender a sus compañeros de filas en otros países europeos como los del partido en el gobierno de Hungría frente a las presiones de las ONG de Soros y sus apesebrados burócratas comunitarios, habría mostrado a la ciudadanía que su modelo era claro y diferenciado del de la izquierda, y habría seguido en el poder.

Sólo Ecuador fue la excepción del lúgubre año 2021. Y las próximas excepciones en este año pueden vivirse en Estados Unidos y Francia. Colombia y Brasil no pintan nada bien si siguen abandonados por la derecha de bartolo y se deja que el relato de los títeres de Maduro cuaje en todos los medios atados al pesebre.

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