La clave de la supervivencia de las monarquías

La clave de la supervivencia de las monarquías

Cuando se piensa en cómo es posible que las monarquías hayan sobrevivido al paso del tiempo, a pesar de ser una institución claramente anacrónica, la única respuesta lógica que se puede encontrar es que los miembros de la realeza han sabido adaptarse a los nuevos tiempos y dar los pasos necesarios para no levantar suspicacias en los que antes eran sus súbditos y ahora ciudadanos de pleno derecho. Los monarcas de los países regidos por monarquías ya no son soberanos porque hace mucho tiempo que la soberanía pasó a la ciudadanía que es la que elige a sus representantes en los distintos poderes del Estado. Se acabaron entonces los gestos autoritarios de los reyes y reinas y el área de poder que aún ejercían, aunque ya mermado con los años, desapareció de las constituciones de todas las monarquías occidentales que tuvieron que cambiar su concepto de poder efectivo y conformarse tan sólo con una cierta influencia sobre los órganos de poder de sus respectivos países.

Las cortes palaciegas desaparecieron y las reales personas tuvieron que sustituirlas por personas de servicio en gran parte militares o funcionarios de carrera además de profesionales especializados en las distintas tareas necesarias para el buen funcionamiento de la Jefatura del Estado. Otra de las funciones que ha habido que abordar puntualmente es la extensión de lo que antes era una familia real, de la que  formaba parte no sólo los Reyes y sus hijos sino también hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos y cuñados…una auténtica legión a la que había que mantener a cambio de unas actividades de representación que se les encargaban si los miembros más importantes no podían atenderlas.

Con el tiempo, las distintas monarquías se han ido dando cuenta que había que reducir esos núcleos centrales y decir adiós a cantidad de familiares que deberían buscarse la vida y el sustento, para lo cual sus apellidos registrados en el Gotha les iban a favorecer su cambio de rango social. Con motivo de la muerte de la reina Isabel del Reino Unidos, algunos han sabido que los Windsor tenía medio centenar de familiares  cercanos que viven a cargo de la institución. Y ahora los tiros parecen ir en otro sentido: el de reducir el círculo central y dejarlo en el Rey Carlos III y su consorte, Camila y los Príncipes de Gales y sus tres hijos Jorge, Carlota y Luis. Sorprendentemente, el Príncipe Enrique y su consorte Megan, junto con sus dos hijos Archie y Lilibet, han bajado en la lista de la realeza a ser los últimos, detrás de los otros hijos de la Reina Isabel y sus hijos, que pasarían a tener un segundo nivel, e incluso por debajo de Los Gloucester y los Kent, quienes tienen pocas probabilidades de mantener sus privilegios de cara al futuro aunque aún figuren en esa lista real.

En esto de adelgazar la institución, la Familia Real española ya pasó la fase de reducción después de la abdicación de don Juan Carlos y la proclamación de Felipe VI. Además de los reyes Eméritos, los reyes actuales y sus hijas, que forman el núcleo duro de la Familia Real española, las Infantas Elena y Cristina y sus hijos pasaron a ser Familia del Rey, ese segundo escalón de la institución que los aleja de la labor representativa habitual de la institución monárquica. Pasos todos ellos necesarios para alejar la imagen de los siglos pasados, en los que los integrantes de las dinastías vivían a costa de los ciudadanos y algunos de ellos, cometiendo sonados excesos. Esa etapa se terminó y dio paso a una profesionalización de los miembros de las monarquías en su adaptación a la actualidad del siglo XXI.

 

 

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