Ciudadanos contra la impunidad etarra
Hay propuestas electorales que trascienden el ámbito de lo ideológico, porque su planteamiento no obedece a una cuestión partidista, sino al interés nacional. El planteamiento de Ciudadanos de perseguir y capturar a las docenas de etarras huidos de la justicia es una de esas medidas. El sufrimiento que ha causado ETA, el reguero de muerte y destrucción que han dejado sus más de 50 años de historia criminal, no terminó con la disolución de la banda en 2018. Hay 379 casos que quedan por resolver, por no mencionar que asesinos tan sanguinarios como Josu Ternera o De Juana Chaos se encuentran en paradero desconocido. Si matar nunca puede salir gratis, menos puede resultarlo para individuos de semejante cariz. Su motivación política hace aún más grave su crimen, pues al daño personal causado se suma el daño moral, que afecta al conjunto de la comunidad política que buscaban fracturar.
Por eso, como decimos, es una cuestión de decoro nacional capturar y llevar ante la justicia a los últimos etarras evadidos. Además, ello tendría un efecto pedagógico; por un lado, transmitiría el mensaje de que España tiene los recursos y la voluntad para realizar una operación así; por otro, cuando estos criminales se sentasen ante el juez, allí se vería en detalle su labor delincuencial y de fanatismo ideológico. Las posibilidades de construir un relato en el País Vasco sin asesinos ni víctimas, sin vencedores ni vencidos, se verían mermadas si Ternera y sus compinches fueren juzgados como lo que son: unos exaltados en el plano político, y unos mafiosos en cuanto a su modus operandi.
El País Vasco ha vivido muchos años bajo la amenaza del terrorismo. Es compresible que la gente quiera pasar página, olvidar, mirar hacia realidades más luminosas. Pero la mejor manera de que un brote de fanatismo no vuelva a producirse es que sus responsables sean juzgados y encarcelados. De lo contrario, puede acabar rodeándoles cierta aura romántica, como de bandolero emboscado, cuando son individuos siniestros, sórdidos, sin el más mínimo glamour. Además, colearía la idea de que, si el Estado no los ha perseguido con todo el rigor necesario, ello podría deberse a un cierto chalaneo, a una cierta connivencia. No acabaríamos de salir de la zona de sombra. La propuesta de Ciudadanos es oportuna y sensata, y sería de desear que el resto de las fuerzas constitucionalistas la imitasen.