El cielo del Real Madrid no tiene no techo
El decimoquinto cetro continental obtenido por el Real Madrid tras su victoria ante el Borussia Dortmund en la final de la Champions amplifica la leyenda del conjunto blanco y lo eleva hasta niveles insuperables en el panorama deportivo internacional. No hay club en el mundo que pueda presentar un historial como el que preside Florentino Pérez, santo y seña de una auténtica sociedad del deporte que sigue proyectándose con la misma potencia y empuje que han marcado su identidad desde el comienzo.
La decimoquinta Champions, en términos estadísticos, es una hazaña imbatible, pero en términos sociológicos representa el triunfo de un modelo en el que lo deportivo y lo empresarial se funden para alcanzar la excelencia. Que el Real Madrid sea el referente emocional de millones de personas -no sólo en España, sino en todo el mundo- tiene que ver con el hecho de que ha logrado lo más difícil: convertirse en todo un sentimiento, algo que trasciende más allá, incluso, del deporte.
Ese es el gran logro, por encima de la quince Champions y un historial jalonado de éxitos: haber creado una marca de dimensiones colosales, un gigante con una capacidad asombrosa de fidelización en los cinco continentes. Eso sólo se consigue perseverando en los valores que han hecho que el club madrileño sea todo un crisol de pasiones. Eso de que el fútbol es una escuela de vida puede que sea una frase hecha, pero en el caso del Real Madrid es la demostración de que el fin no son los éxitos y los triunfos, sino el medio para seguir mereciendo el reconocimiento a sus méritos. Es así como se construye un imperio y el Real Madrid, en términos deportivos y empresariales, lo es: un imperio que se gesta hazaña tras hazaña y que, a cada victoria, se impone como reto seguir en la cumbre sin permitirse mirar hacia abajo. Y es que el cielo del Madrid no tiene techo.