Chanel: una radiografía de España
Chanel es una gran artista, bailarina y cantante. Una mujer joven, empoderada, competente, carismática y trabajadora, que canta en español y pasea orgullosa por el escenario la bandera de su país. Ser española de origen cubano, su frescura, no seguir patrón de comportamiento impuesto por ninguna ideología y su ausencia de complejos parecieron molestar al colectivo femi/progre. Canta, baila, se viste como le da la gana y no se somete al pensamiento único talibán que pretenden imponer algunos políticos y medios de comunicación.
Recibió brutales críticas en redes sociales, donde los cobardes campan a sus anchas, provocando que cerrara su cuenta en Twitter temporalmente. Una jauría de alimañas fanáticas atentó contra su salud mental; fue insultada, amenazada, humillada, menospreciada y acosada mientras medios de comunicación, políticos y periodistas se sumaron a la cacería por acción y omisión. Se produjo una infame lapidación mediática con muchos cómplices por intereses ideológicos sectarios. Resistió sin hundirse el acoso de las alimañas.
El diario El País consideró que era cobarde cantar en español; prefería que se hubiera enviado a un grupo folk vasco. Francia llevó una muestra del folclore de su país cantando en bretón y quedó penúltimo. CCOO y Podemos pidieron anular el resultado y que Chanel no fuera a Eurovisión. El Mundo: «Error, qué gran error». «El PSOE acusa a SloMo de promover la prostitución y RTVE se plantea cambiar la letra en Eurovisión». La diputada del PSOE Lidia Guinart denunció «la normalización de la mercantilización del cuerpo de las mujeres». Yolanda Díaz: «Nadie entiende lo que ha ocurrido con Tanxugueiras». «El PP cuestiona en el Senado la victoria de Chanel en el Benidorm Fest y pide aclarar la votación». Broncano: «La canción es de Cs». Xabier Fortes, periodista de RTVE: «Qué tristeza, qué inmensa rabia». Manuel Rivas, escritor: «Manipulación y vergüenza». Iván Ferreiro, cantante gallego: «Vaya desconexión con la gente». Javier Giner, guionista: «Qué pereza enviar la misma actuación que vemos 800 veces en Eurovisión cada año». Manuel Burque, guionista: «Eurovisión para el pueblo, pero sin el pueblo». La cómica Ana Morgade: «El jurado la ha convertido en una forzosa candidata impopular». Ramón Lobo, periodista, en Twitter: «Ha ganado el Benidorm Fest una chica que canta y baila como si fuera de Miami. Teníamos la opción de un himno feminista y divertido o una canción en galego contra las fronteras». El diario El Plural publicaba «qué hacer para sustituir a Chanel». El periodista Ignacio Escolar, Rufián, Echenique y otros muchos criticaron la elección en Twitter; Unidas Podemos presentó una moción parlamentaria. El 8M hubo pancartas contra la artista y su canción. Javier Gallego, periodista: «Podemos parar Europa enseñando teta o llevar Terra galega más allá de sus fronteras y llevamos una canción latina». La han tachado de machista, promiscua y de incitar al maltrato animal (por lucir chaqueta torera), entre otras muchas pamplinas de los teóricos del fanatismo sectario, propias de personas emocionalmente desequilibradas.
Hemos asistido al combate del feminismo irracional de los privilegios y la España plurinacional contra el feminismo racional de la igualdad y la España sin adjetivos; la vulgar ciudadanía enfrentada a los que mean colonia y desprecian nuestro idioma y a quienes lo hablamos. Rigoberta Bandini y las Tanxugueiras, animando a Chanel desde el primer momento, acreditaron una condición moral a años luz de la marabunta obscena de políticos, periodistas y otros especímenes. Quisieron utilizarlas y ellas no se dejaron. El chanelazo ganó por KO al identitario y feminazi pensamiento único talibán, cuya jauría fracaso contra la sociedad española de gente común y corriente.