Cayetana es catalana y yo soy madrileño

Cayetana es catalana y yo soy madrileño

Josep Bou, el jefe de filas del PP en el Ayuntamiento de Barcelona, es un gran luchador contra el secesionismo, un catalán que ama a España por encima de todo. No se le puede reprochar su compromiso ni su valentía para defender la rojigualda, el himno nacional y los valores democráticos que emanan de nuestra Constitución. Tuve el honor de escribir su biografía en un libro con formato de entrevista (‘Barcelona es España’) y fue un orgullo que me contara su vida. En las charlas que mantuvimos se emocionaba cada vez que hablaba de nuestro país y de su vocación militar, de la que extrajo el espíritu de servicio que ha sido la guía de su actuación como empresario y como político.

Le aprecio y le admiro. Y por eso me sabe mal que se haya equivocado al crear una polémica innecesaria con Cayetana Álvarez de Toledo como convidada de piedra. En Cataluña no hay “gente de fuera” y “gente de aquí”. Yo he nacido en Barcelona y soy tan madrileño como Cayetana, que nació en la capital, es catalana. España es un proyecto común, sin taifas, sin virreinatos. Las comunidades autónomas son una división administrativa para descentralizar la gestión de los asuntos públicos, no un reparto de la soberanía que, recordemos, recae en todos los españoles. En todos.

Por eso es un abuso plantear un referéndum en el que solo voten los catalanes. Porque los asuntos de Cataluña competen a toda España, de la misma manera que los asuntos de Andalucía también competen a los catalanes. No es el caso de Bou, pero no está de más recordarlo ahora que está tan de moda el especular sobre una consulta a celebrar solo en las cuatro provincias de esta comunidad autónoma sobre las conclusiones de la “mesa de gobiernos” pactada en la última investidura de Pedro Sánchez.

Bou, de buena fe, planteó que en la Cataluña interior, la que no forma parte de las áreas metropolitanas de Barcelona y Tarragona y en la que arrasa el separatismo, para que el constitucionalismo crezca electoralmente ha de apostar por “candidatos de aquí”. Este empresario argumenta que muchos catalanes no entienden que vengan “de Madrid” políticos que “hablan en castellano”, y que eso dificulta conseguir más apoyos electorales en estas comarcas para plantar cara al secesionismo y conseguir que Cataluña vuelva a ser una comunidad autónoma leal al resto de España.

Este grave error, que no solo es de Bou, hay cierta corriente en el constitucionalismo catalán que piensa que lo que llaman “catalanidad” o “catalanismo” es la mejor manera de disminuir el apoyo al separatismo, nos sitúa en el marco de juego mental que le interesa al nacionalismo. Los de “aquí”, los catalanes, somos los que tenemos que resolver “nuestros problemas”. Y no es así. Porque si todos los españoles tenemos los mismos derechos, tan válido es que yo me presente en una lista electoral por Cáceres, como Cayetana Álvarez de Toledo por Barcelona. Es increíble que a estas alturas todavía tengamos que defender la unidad y la igualdad. Por eso duele mucho más que ese argumento lo utilice alguien tan valiente como Bou, que se ha jugado la prosperidad de sus empresas, que han sufrido boicots separatistas por su ardiente defensa de España.

Si para conseguir que un señor de Vic, o una señora de Manresa, deje de votar a partidos separatistas hemos de acabar con la igualdad entre todos los españoles a la hora de tener la libertad de elegir la lengua en la que habla, o en qué provincia se presenta como candidato, prefiero que sigan apoyando a JxCAT, la CUP o a ERC. Porque si aceptamos sus postulados, acabaremos siendo como ellos. Y el día que yo acepte que una señora de Madrid es “de fuera” y que mejor que no venga por aquí a meterse en los asuntos catalanes, por muchos pins con la bandera rojigualda que lleve en mi solapa, y por muchos “¡Visca Espanya!” que grite, estaré a cinco minutos de acabar con lo más valioso que tenemos: la soberanía nacional, y que todos los españoles decidimos sobre todos los asuntos que nos competen.

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