‘Delcygate’: ¿Hubo también contrabando?

‘Delcygate’: ¿Hubo también contrabando?

No; ni al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, ni al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se les ha acabado el escándalo organizado por la estancia de la torturadora Delcy Rodríguez en Madrid. Por un lado, tanto el PP como Vox han logrado que la Justicia investigue dos asuntos de crucial importancia: la posible prevaricación administrativa que ha denunciado el partido de Abascal, y las cintas, depositadas en AENA, en las que posiblemente se visualicen los “paseos” amicales de Delcy y Ábalos por diversos lugares del aeropuerto de Barajas.

La juez Susana Trevijano -que también ha tenido en sus manos la denuncia contra el presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas, José Félix Tezanos, por transgredir el derecho fundamental a recibir información veraz- envió a reparto la custodia de las cintas y ahora mismo se espera que la Justicia de un paso más: que, por interés general, el nuevo juez que entienda del asunto se avenga a hacerlas públicas. No se trata de proteger tipo ningún de intimidad, sino de que el país sepa realmente lo que ocurrió en Barajas aquella noche de enero.

Pero es que aquí, en estos procesos judiciales, no va a terminar ni mucho menos, el vía crucis de Sánchez y de su ministro de Transportes. Ahora mismo por lo menos en el Partido Popular intenta saber si las famosas cuarenta maletas que se bajaron desde el avión de la vicepresidenta venezolana, pasaron los controles aduaneros imprescindible para considerarlas valija diplomática. Lo que se conoce hasta el momento anida la sospecha de que, efectivamente, esos bultos no recibieron el tratamiento exigido. Si así fue, tal y como parecen entender jurídicamente en el PP, el caso se agravaría considerablemente porque, en su primera opinión podría tratarse de un caso flagrante de contrabando. La opinión se basa por lo demás en lo ocurrido con esos novecientos treinta y dos kilos de oro que, desde Maiquetía, aeropuerto de Caracas, viajaban con rumbo a Méjico. La diputada canaria, Ana Oramas, ya sugirió que también en el avión de Rodríguez se acumulaba oro. Nadie hasta la fecha ha podido demostrar lo contrario.

En las últimas horas se ha demostrado que el aparato de Delcy ocupó el espacio aéreo español y que, a mayor abundamiento, estuvo durante muchas horas, muchas, en suelo español. La última noticia que posee este cronista procede de un agente de Policía que estaba aquella noche de servicio en el “Adolfo Suárez” y que apunta a que la tal Delcy no permaneció durante su tránsito en España en la Sala VIP del Aeropuerto, sino que el ministro Ábalos le condujo directamente a la Sala de Autoridades. De confirmarse este extremo que -lo dicho- tendrá que asegurarlo este policía en cuando, como sus compañeros, sea llamado a declarar, el escándalo sumaría mayores enteros, porque, ¿cómo se puede dar cobijo en una Sala de Autoridades a una pasajera torturada, miembro de un Gobierno criminal, que ha ingresado ilegalmente en España?

El caso no aminora, menos aún no da ya más de sí, como repiten machaconamente pero sin éxito alguno los socialistas; al revés, aumenta por días. El último episodio es este del posible contrabando. Si las susodichas “maletas” no fueron sometidas a control alguno como si se tratara de una “valija diplomática”, la irregularidad entraría de lleno en la consideración del delito de contrabando, como bien apunta en el Partido Popular.

El contrabando está regulado específicamente en una Ley Orgánica, 12/1995, que le define como “una actividad legal consistente en importar, exportar o comercial con determinados productos sin declararlos en la aduana y sin pagar los impuestos correspondientes, en especial el impuesto de aduanas”. Está penado el contrabando con penas de prisión de uno a cinco años, y con una multa que es el séxtuplo del valor de la mercancía. Estamos en consecuencia en la explosión de una derivada más de un escándalo sin aclarar sobre el que el Gobierno trata de tejer un enorme manto de silencio. Ya se ve que la oposición no está por la labor, el hipotético, por ahora, contrabando, tampoco será el último en plantearse. El porvenir político de Ábalos y, desde luego de su jefe Sánchez que fue quien le envió a Barajas, cada vez se oscurece más.

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