Casado no es Ayuso 

Casado no es Ayuso 

Casado no es Ayuso, ni se le parece. El líder del PP se muestra eufórico tras los resultados obtenidos por Isabel Díaz Ayuso el pasado 4 de mayo que los interpreta como si los madrileños le hubieran votado a él, como si todo el mérito fuese suyo. Y nada más lejos de la realidad. Para analizar lo que ha ocurrido, lo primero que hay que hacer es ponderar los resultados en su justa medida. Ayuso ha conseguido 65 escaños, que están muy lejos de los 72 obtenidos por Esperanza Aguirre en 2011, pero que suponen una mejora sobre los escasos 30 diputados que alcanzó ella misma en 2019, cuando Cs se adjudicó 26. El PP de Madrid ha logrado recuperar esos votos que se habían ido al partido de Inés Arrimadas, pero, ¿tiene Pablo Casado algún mérito en el descalabro de Cs que tanto ha beneficiado en estas elecciones a Ayuso? Evidentemente, no.

Es más, lo correcto sería decir que Isabel Díaz Ayuso ha conseguido atraerse a los votantes de Cs en Madrid a pesar de Pablo Casado, por no hacerle caso y por imponer su propio criterio contra él. En primer lugar, porque Ayuso llevaba meses expresando su desconfianza en los de Ignacio Aguado, pero no podía adelantar las elecciones porque desde Génova se lo impedían. Son muchas las veces que Casado ha declarado que en Madrid “hay un Gobierno sólido que va a cumplir con el mandato en las urnas de cuatro años” o que Ayuso y Aguado tienen “los mismos objetivos y principios políticos”. Cuando la mañana del 10 de marzo la presidenta de la Comunidad de Madrid disolvió a toda prisa la Cámara regional para convocar elecciones, evitando así una moción de censura que ya estaba preparada, lo hizo contra el criterio expresado en múltiples ocasiones por el líder de su partido, pese a que ambos hayan dicho que lo consensuaron antes con una llamada telefónica en el último minuto.

El adelanto electoral es sólo mérito de Ayuso y la debacle de Ciudadanos exclusiva responsabilidad de los de Inés Arrimadas. Han sido los continuos bandazos del partido naranja y su acercamiento al PSOE, en contra del deseo de la inmensa mayoría de sus votantes, los que han dejado fuera de la Asamblea de Madrid a Cs. Y Casado no tiene ningún mérito en ninguna de esas circunstancias. Pero es que, además, Ayuso ha hecho una campaña electoral radicalmente distinta de la que su partido ha llevado a cabo en las últimas convocatorias electorales. Hace tres meses, en Cataluña, el PP logró sólo tres escaños, por detrás de Vox, Podemos, la CUP y hasta de Cs. Y hace menos de un año de que también se hundieron en el País Vasco. Tan sólo Alberto Núñez Feijóo consiguió buenos resultados en Galicia, haciendo la campaña sin Casado y hasta escondiendo el logo del Partido Popular.

Al contrario que Casado, Ayuso ha sido firme en su enfrentamiento con la izquierda, no ha renunciado a dar ninguna batalla cultural, no ha pactado, no ha negociado, no ha transigido. Fijó su objetivo en Pedro Sánchez y en Pablo Iglesias y contra ellos dirigió todos sus dardos alzando bien alta la bandera de la libertad para acabar imponiéndola por encima del comunismo y del socialismo. A diferencia de Casado, Ayuso no ha perdido ni un solo minuto de su tiempo insultado a Vox sabiendo que iba a necesitar sus votos para gobernar, como finalmente ha resultado; y siendo consciente de que los votantes de centro y de derechas no quieren ver al PP y a Vox insultándose entre ellos, sino que desean verlos juntos derrotando a la izquierda. No hay ni una sola encuesta que le diga al PP que puede derrotar a Sánchez sin Vox. Casado tiene en Ayuso el modelo para corregir sus errores, pero lo primero que debería hacer es reconocerlos en lugar de atribuirse unos méritos que no tiene.

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