Se cargan el mayor centro contra el cáncer

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  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El caso de la investigadora María Antonia Blasco, antigua protegida de la ex ministra de Zapatero Cristina Garmendia, es digno de estudiarse en las universidades y centros de negocios.

En el 2011 recibió el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), cuando la criatura investigativa heredada de Mariano Barbacid estaba en el olimpo y ha comenzado el 2025 con esa institución manga por hombro, donde la noticia no es lo que se descubre (nada) sino las irregularidades mayúsculas perpetradas por Blasco, sus corifeos(as) y sus privilegiados.

Han pasado más de seis semanas desde que se conocieron los primeros indicios de ¿malversación? ¿nepotismo? ¿desmadre? llevados a cabo durante la dirección de la científica levantina protegida por el Gobierno y específicamente por la ministra de ramo, Diana Morant, por el secretario de Estado, Cigudosa, y por la secretaria general del Departamento, Eva Ortega Paino, a la vez presidenta del Patronato CNIO. Esta gente es la máxima responsable política e institucional al no haber cesado ipso facto a Blasco tras conocerse las más que evidentes irregularidades en un centro con alto efecto social al tratarse de la terrible enfermedad.

Dicen que las conexiones de Blasco llegan directamente hasta el Palacio de la Moncloa, vía Begoña y una tal señora Yotti. ¡Todo queda en casa! Tampoco debe estar muy lejos la ministra de Sanidad, que recientemente se dejó fotografiar con la interfecta en el CNIO.

A la todavía directora la acorralan sus hechos; sus investigadores encabronados ante tanto abuso de autoridad; sus nóminas de dinero público; sus apoyos políticos y sus resultados. Al día de hoy, la enorme responsabilidad en el deterioro y desguace del CNIO, la gran joya de la corona en la lucha contra el cáncer, pasa por la ministra (¿quizá esté más empeñada de conquistar el sillón de Mazón en Valencia que en un asunto capital como éste?), y el resto de altos cargos en el susodicho Ministerio de Ciencia y Tecnología. Los cascotes del CNIO caerán directamente sobre sus cabezas.   

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