‘Barçagate’, un escándalo que necesita una sanción ejemplar y ejemplarizante

'Barçagate', un escándalo que necesita una sanción ejemplar y ejemplarizante

Parece evidente que el FC Barcelona tendrá que dar muchas más explicaciones de las hasta ahora ofrecidas para resultar mínimamente convincente, porque la confirmación de los pagos por valor de 1,4 millones de euros a Enríquez Negreira, vicepresidente entre 2016 y 2018 del Comité Técnico de Árbitros para que «no se tomaran decisiones arbitrales en su contra»  nos sitúa delante de un escándalo de proporciones mayúsculas que obligan a tomar decisiones ejemplares y ejemplarizantes. Cabe recordar que la Juve fue castigada con el descenso a la segunda división italiana en 2006 por fraude deportivo después de comprobarse que pagó para garantizarse árbitros afines.

El hecho de que los pagos cesaran cuando Negreira abandonó su responsabilidad dentro del estamento arbitral añade más sombras a un caso que afecta gravemente a la credibilidad de la competición y alienta las sombras de sospecha sobre los campeonatos ligueros ganados por el club catalán en los años citados. El problema menor en este caso es que la sociedad de la que era administrador único Negreira no aportara documento alguno sobre su vinculación con el club por un  «asesoramiento técnico» verbal, sino que detrás de esa irregularidad se esconda un caso de adulteración flagrante de la competición deportiva al haber podido el vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros favorecer al Barcelona.

El club catalán pagó 1,4 millones de euros a una empresa propiedad de José María Enríquez Negreira entre los años 2016 y 2018. El ex vicepresidente del CTA era el socio único de la empresa DASNIL 95 SL, sociedad que en 2016 facturó al FC Barcelona 532.728 euros; en 2017 la cifra ascendió a 541.752 y en 2018 llegó hasta los 318.200 euros cuando se emitió la última factura en junio, coincidiendo con la salida de Enríquez Negreira de su puesto. Según el informe de la Agencia Tributaria, los pagos tenía como fin asegurarse de que no se tomaban decisiones arbitrales en su contra, es decir, «que todo fuera neutral». ¿Es que para garantizarse la neutralidad arbitral, que se da por descontado, un club como el Barcelona necesita pagar 1,4 millones de euros al responsable de elegir a los colegiados cada jornada? ¿O es que el Barça lo que pretendía es beneficiarse de las decisiones de los árbitros? El escándalo es mayúsculo porque hay varias ligas bajo sospecha, más aún cuando el anterior presidente del Barça ha reconocido que estas prácticas empezaron en 2003.

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