Así no, Sánchez

Así no, Sánchez

Pedro Sánchez pierde credibilidad con cada bandazo político y esos bandazos se repiten con demasiada asiduidad. Cuando parece que se ha imbuido de la esencia histórica de su partido y se presenta como un líder socialdemócrata, hombre de Estado y político de fuste, vuelve a dar un nuevo volantazo y hace que las dudas se apoderen de ese PSOE que capitanea y que trata de convertir en una alternativa real al Gobierno del PP. El secretario general acertó plenamente al apoyar a Mariano Rajoy contra el desafío secesionista. Sin embargo, cuando parecía que su apoyo carecía de ambages —incluso había apercibido a los alcaldes rebeldes del PSC— su formación permite que el Congreso de los Diputados rechace una proposición no de ley presentada por Ciudadanos para apoyar «sin complejos» al Ejecutivo y a los jueces en la ímproba labor de impedir el referéndum ilegal en Cataluña. Como bien ha señalado la socialista Soraya Rodríguez —que ha roto la disciplina de voto— «no podía votar que ‘no’ con la que está cayendo, con el golpe a la democracia». 

Parece que Sánchez olvida en ocasiones que ése es justo el escenario en el que nos encontramos: un golpe a la democracia, un golpe de Estado. En un contexto como éste es cuando el madrileño debe dar lo mejor de sí mismo, estar a la altura del partido que más años ha gobernado España en democracia. Pedro Sánchez debe fijarse en otros líderes socialistas que con sus fallos y defectos supieron comportarse como hombres de Estado cuando la ocasión lo requirió. Lejos de eso, el PSOE se pone ahora del lado de Podemos, que es siempre el lado equivocado cuando se trata de defender el Estado de Derecho y la propia democracia. Con esta decisión, el secretario general sólo consigue dividir al grupo parlamentario socialista así como trasladar una imagen de desasosiego a un electorado que lo ha ponderado al alza en las últimas encuestas. 

El jefe de Ferraz no debe equivocar de esa manera el rumbo. Tanto por él como por su partido y, por supuesto, por España. Este país necesita a un gran PSOE socialdemócrata y español, no a un líder entretenido en complacer a los distintos reinos de taifas con estrategias cortoplacistas. Especialmente en Cataluña, donde ni él ni el PSC capitalizarán jamás el voto independentista por muy desencantados que vayan a quedar los más moderados tras el referéndum ilegal fallido. La unidad de criterio será decisiva en el futuro del Partido Socialista y del propio Pedro Sánchez. Si opta por el estadismo y la unidad de España tiene serias opciones de llegar a La Moncloa. Si, por el contrario, se acerca a los postulados neopodemitas y empieza a divagar con términos como «nación» o «plurinacionalidad» no sólo perderá cualquier posibilidad de ser presidente del Ejecutivo, sino que además reducirá a la nada los 138 años de historia de su partido y acabará fagocitado por el populismo bolivariano de Pablo Iglesias y Podemos.

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