Anna Gabriel y el hedor de los recuerdos
De chica mala a nena dulce. De choni sucia a xerocopia de Heidi. De anticapitalista feroz a pedir asilo en un paraíso fiscal. No hay como darse una buena ducha bajo el Jet d´Eau de Ginebra para sacarse del ala el hedor de los recuerdos. Adiós a las sudaderas reivindicativas y sean bienvenidos los modelos de la Señorita Pepis. Anna Gabriel es lista y falsa, a partes iguales. Conoce el refrán: “Donde fueres, haz lo que vieres”. Trucó su valentía de agitadora fanática por la cobarde condición de prófuga. Cambiar de ideas resulta más fácil que cambiar de look.
Pasar de volcánica a dócil en tiempo récord no es metamorfosis que acepten en Suiza. Los helvéticos son herméticamente suyos. Ven en Anna a otra invasora reñida con la higiene corporal y mental que simula no saber que la mayoría de los suizos votaron no acoger a ningún refugiado, venga de donde venga. La bolchevique a la fuga, aunque adopte el disfraz de heroína perseguida, lo va a tener crudo en un país tan xenófobo como hostil. La diarrea que adujo para no enfrentarse al juez Llarena traerá penurias multiplicadas por el coste de la moneda más cara del mundo.
¿Dónde te has ido a meter, pajarraca? En tu agencia de viajes han de andar todos borrachos. ¿Tan poco sabéis de vacunas y lugares para no volver, los separatistas? ¿A quién se le ocurrió la brutal idea de transportarte a Suiza, el país menos alegre y hospitalario de Europa, con un billete de ida sin vuelta? Ignorante, te la han dado con queso Gruyère. Por no citar a tu asesor de imagen que será otro delincuente en busca y captura. Qué estúpida resulta la revolución psico-estética cuando un alisado asiático no da el pego, por mucho que Llongueras te rape el flequillo con cortacésped.
¿Qué hace en Ginebra una turista cateta, donde a las 18.00 la ciudad parece un cementerio? Pues pasar frío, comerse las uñas y mendigar soluciones en los bares del casco antiguo para lograr un permiso de trabajo que permita vivir cerca del Lago Lemán. Allí copulan los cisnes y la sediciosa se duchó para congraciarse con los suizos. Le recomiendo que aproveche cada 1/4 de hora que pueda ver el sol. Y Mövenpick, una ganga, pues un café con hamburguesa salen por 200 pavos. Yo que ella, me hubiese quedado en el blindado que le brindó Maduro. Este nuevo y oscuro exilio sólo te ofrece ordeñar vacas.