Puig, Oltra y 800 millones ‘perdidos’

Puig Oltra
  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

El Gobierno valenciano del popular Carlos Mazón lleva escasos meses al frente de esta comunidad autónoma y ya ha tabulado la cantidad de 800 millones de euros «desaparecidos» en extrañas circunstancias durante los ocho años de Ximo Puig y Mónica Oltra.

Encargar una auditoria exhaustiva para sustanciar dónde fue a parar esa morterada de millones (casi similar a los ERES en la Andalucía socialista) es lo mínimo que se le puede exigir a la nueva Administración valenciana. Cabe recordar que las constantes denuncias por corrupción por un bolso de Loewe de Rita Barberá y unos trajes de Francisco Camps permitieron llegar al poder a la entente socialista-nacionalista. Ya conocen el dicho: Consejos vendo que para mi no tengo.

Puig, cuyos favores con dinero público a su hermano o al él mismo están también en el centro de las sospechas, debe dar explicaciones. Sospechoso es también que haya optado por hacer mutis por el Mestalla y poner pies en polvorosa. No huele bien todo esto, aunque era de imaginar.

Saber y conocer dónde han ido a parar esas montañas de euros es la primera obligación de Mazón por encima de cualquier cosa. Debería recordar lo que le ocurrió a su correligionario Rajoy, que se negó a desvelar las alfombras encontradas cuando sucedió a Zapatero en Moncloa. O a otra conmilitona, Luisa Fernanda Rudi, que prefirió tapar las vergüenzas de sus antecesores socialistas como aquel esquiador que llegó a ser presidente del PSOE, Marcelino Iglesias, que se libró de todo por la indiferencia o –si se quiere– por el compadreo de Rudi en Aragón. Y tantos y tantos casos.

Debería recordar Mazón, por ejemplo, que el Partido Popular, su formación, fue arrojado con deshonor del poder nacional por un caso de corrupción (Gürtel) y ahí cambió abruptamente la reciente historia de España. Y, por si fuera poco, los ciudadanos tenemos derecho a saber qué se hace con el dinero que a duras penas y con mucho esfuerzo depositamos en la caja pública. ¡Ya está bien de trincones!

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