Albert Soler y la “inmigrante ilusa” Marcela Topor de Puigdemont

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Albert Soler es un crack que escribe en el Diari de Girona, ciudad corazón de la Cataluña apache. Una perfecta anomalía en su ecosistema, pues es catalanísimo, nada independentista y reconocido temerario bocazas. Les recomiendo encarecidamente “Nos cansamos de vivir bien” su último libro, en el que, ya en el título, señala uno de los motivos por el que muchos se apuntan a “kausas” que lo trastornan todo: el aburrimiento mortal del acomodado.

Pues bien, estos días está en el punto de mira de los independentistas, mayormente los de PxCat, por un artículo escrito el pasado el pasado 7 de septiembre donde se cachondeaba de la Sra. Puigdemont al bordear el sabroso filo de lo políticamente correcto recordando la condición de “inmigrante” de la ex del Gran Fugado. Indignada, una de sus dirigentes, Elsa Artadi, ha desahogado su incomodidad en Twitter preguntando al diario gerundense si “no pensáis hacer nada”. Malo que un político pregunte esto a un diario. Pero esos 6.000 euros que la diputación de Barcelona regala cada mes a Marcela Topor por un programa semanal de TV -que deben de ver cuatro- le lleva a interrogarse por sus posibles causas.  Hombre de amplias miras, concluye que, no pudiendo ser un caso de corrupción como sería si sólo cobrase por ser la esposa del ex president, se debe sin duda a “una campaña que se ha iniciado para ayudar económicamente a las inmigrantes ilusas que vienen a Cataluña atraídas por los cantos de sirena de hombres desaprensivos”. Y, claro, como esto suena a ciertos tráficos, la Sra. Artadi se ha puesto a gritar cosas como “machismo, xenofobia, acoso, … “. No le ha parecido gracioso. Sin duda lo considera de mal gusto. Aunque no se lo pareció el que exhibieron ella y los suyos durante el otoño del 2017. Los no independentistas nos reímos mucho. Así nos quedó el cuerpo, y por ello Soler insiste: “Marcela es solo el principio, el objetivo es llenar los bolsillos de todas las inmigrantes repudiadas por insensibles catalanes que se gastan los quartos en alcohol, mujeres, republiquetes, casinos o vayan ustedes a saber qué otros vicios. Es imperioso evitar que estas mujeres, desesperadas y sin oficio ni beneficio, caigan en manos de todos sabemos quién. Aunque esto requiera ponerle un programa televisivo a cada una. Será por dinero”.

Madre mía. Seguro que tiene razón. Es que los catalanes tenemos un corazón que no nos cabe en el pecho. Quizá por compensar otros discursos menos guasones y más puñeteros. Como el del Sr. Joaquín Torra (que le llame “Quim” su madre) cuando fue hace unos días al Supremo a mirarles la cara. Tildó a España (y, por consiguiente, a los españoles, nuestros vecinos) de «decadente» y dijo que «avergüenza a Europa”.  Se quejó de que eso de que se podían realizar «democráticamente y pacíficamente todos los proyectos” era una “inmensa mentira «.

Qué no sabrá él de mentiras. Como la de que le inhabilitan por una “pacífica pancarta”. Sí, qué cosas: es delito desobedecer a la Junta Electoral Central, que le ordenó por dos veces descolgar el dichoso cartel. La JEC se lo exigió “en el plazo máximo de 48 horas” y el valido respondió que nones haciendo gala de un gran despliegue de humor. Para lo que quieren sí que son de la broma. Y hora se enfadan con el periodista gerundense. No pueden soportar que catalanes de soca-rel se carcajeen de sus delirios. Y mira si delira Torra que asegura que si le inhabilitan “inhabilitan a un país entero”. Ande, ande, Don Joaquín, mire que es usted exagerado. La mitad del “país” estará encantado de verlo desaparecer del Palau.

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