La aceleración del deterioro económico

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Hace unos días, publiqué un artículo en OKDIARIO titulado La percepción económica empeora, donde comentaba que se percibían los restaurantes más vacíos, menos utilización del automóvil y un descenso en la afluencia de las personas incluso en los supermercados. Decía que, obviamente, era enero, pero que dicha disminución de la actividad parecía menor a la del resto de los meses de enero.

Pues bien, esa percepción se confirma, por mucho que el Gobierno venda el dato de crecimiento anual del PIB como un logro, como un elemento que hace que destaque positivamente, pues la realidad es bien distinta. Es cierto que la economía ha crecido un 5,5 % en el conjunto de 2022 y que esa cifra ha sido algo mayor que la que parecía que se iba a producir hace unos meses, pero no deja de ser un espejismo y un mal dato, como expondré a continuación.

Para empezar, el crecimiento del PIB que el Gobierno preveía para 2022 en su cuadro macroeconómico (diapositiva 10 de la presentación que hizo del mismo en octubre de 2022) estimaba un crecimiento del 7 % para la economía española, con lo que ha crecido casi una cuarta parte menos de lo que había previsto el propio Gobierno, que ya es una reducción muy significativa.

En segundo lugar, ese menor crecimiento se da sobre un crecimiento de 2021 también muy inferior al estimado por el Gobierno entonces: en el plan presupuestario remitido a Bruselas en octubre de 2020 estimaba un crecimiento de la economía española del 7,2 % sin fondos europeos y del 9,8% al incorporar el efecto de los fondos europeo (página 12 del plan), cuando la economía terminó creciendo un 5,5 % en dicho año, es decir, también casi una cuarta parte menos que lo previsto sin fondos europeos y casi la mitad que lo que el Ejecutivo previó sobre el dato en el que incorporaba los fondos europeos.

Por tanto, el dato de crecimiento conocido este viernes no es nada positivo, pues supone un menor crecimiento sobre el estimado, que venía de otro menor crecimiento sobre el estimado el año previo, produciéndose, además, una fuerte caída del consumo de los hogares y de la inversión, que denota pérdida de poder adquisitivo, encarecimiento de financiación y deterioro de expectativas. Adicionalmente, las exportaciones y las importaciones también disminuyen trimestralmente, con una reducción a la mitad del crecimiento de las exportaciones y a la cuarta parte en el caso del crecimiento de las importaciones.

Eso hace que la economía española se encuentre todavía a casi tres puntos de recuperar el nivel previo al coronavirus, siendo una de las pocas economías desarrolladas que no lo ha logrado. Adicionalmente, los datos del mercado laboral, ya malos en verano -recordemos julio y agosto, con el mes de julio como el primero de toda la historia en el que se destruyó empleo- han sido pésimos en el cierre de 2022, con destrucción importante de empleo -la mayor de un IVTR desde 2013, en paro -los peores desde 2012- y con un desánimo en la población ante el empeoramiento de la situación económica que hace descender la actividad, especialmente entre los jóvenes. Además, si no ha caído más se debe a que el empleo público ha aumentado y a que se ha producido un reparto del trabajo, al disminuir los ocupados a tiempo completo y aumentar -y en menor medida a la caída de los anteriores- los empleos a tiempo parcial.

Y esa tendencia no va a mejorar a lo largo de 2023, donde el Gobierno vuelve a estimar un crecimiento por encima del consenso del mercado. Aunque últimamente haya tenido alguna revisión al alza, sigue siendo un crecimiento pequeño, insuficiente para que se recupere la economía española y, probablemente, tendrá que ser revisado a la baja en cuanto la pérdida de poder adquisitivo debido a la inflación y el incremento de cuotas hipotecarias con motivo de la subida de tipos cobren toda su fuerza a lo largo de 2023.

La economía se mantiene anestesiada por el ingente gasto público desplegado por el presidente Sánchez, que está generando una enorme losa de deuda para varias generaciones y que va a dejar maltrecha a la economía, con muchos problemas estructurales, que irán saliendo a la luz en los próximos meses, en forma de herencia envenenada.

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