Abascal, ¿dónde vas?

Abascal, ¿dónde vas?

¿Alguien sabe qué opina Abascal sobre algo que no sea repartir armas “a gogó”, pedir, eso es fácil, la destitución del impúdico Tezanos? ¿Dónde está este hombre que se presenta, o le presentan, como el salvador de la Patria Española? No se aviene a entrevista alguna, no ofrece una Conferencia de Prensa que se pueda llamar como tal, no tiene una sola idea de cómo enfrentarse a la próxima crisis económica que ya viene, ya lo verán.

Ni siquiera desde su escondite, absolutamente incógnito, ofrece pista alguna de cómo va comportarse tras su triunfo por goleada -del que sus “hooligan” presumen por anticipado- el 28 de abril. Le basta con que esa tribu de fans que le presentan como la reencarnación de El Cid Campeador, aneguen las redes sociales avisando que la reconquista de España está cerca, sólo a un mes vista. Le sobra también con que la televisión gubernamental, más desvergonzada que nunca, le encarame día tras día en el podio principal de la derecha. Sánchez, esta pesadilla universal que aún nos gobierna, ha ordenado que VOX y su Abascal profético aparezcan todos los días en la pantalla pirateada por el gurucillo Iván Redondo, donde reinan los periodistas que hace unos meses se vestían de negro para denunciar la “manipulación” de Rajoy.

Hagan la prueba, lectores: pregunten a cualquiera que se confiese votante próximo de VOX qué propone el líder sobre las pensiones que dentro de nada ya no se podrán pagar, sobre las consecuencias de ese Brexit que también a nosotros nos va a conmover o, más al lado, qué piensa sobre Cataluña. ¿Acudirá como primera providencia al Parlamento para urgir a la toma militar del Principado? ¿Exigirá, más suavemente, la suspensión de la autonomía? ¿Alentará al próximo ministro del Interior a que aprese sin disculpa alguna a la pléyade de idiotas separatistas que controlan desde Barcelona a la Junquera bajando luego hasta el Delta del Ebro? Ese enfervorizado y presunto votante seguro que no tiene respuesta alguna para este tipo de preguntas. Es más tampoco guarda contestación cuando se le interroga sobre la cuestión nuclear que VOX se está dilucidando en estas elecciones y que no es otra que ésta: ¿dejarán que siga destrozando España el bárbaro que nos asola? ¿Le parece clave el derrocamiento democrático de este individuo? ¿Qué es más importante la expulsión de Sánchez o seguir ensayando la voladura del Partido Popular?

En la certeza que nadie responderá a estas cuestiones que significan el futuro de España, este cronista, con extraordinaria seriedad, va contestar por el mudo votante interpelado: a VOX y a su ejército de forofos que rodean al líder carismático, les trae por una higa que Sánchez gane las elecciones y, tras apoyarse en toda la bazofia parlamentaria de la censura, desde los independentistas, pasando por los soviéticos y terminando por los filoterroristas del repulsivo Bildu, continúe barrenando esa Nación española que VOX dice que es su pasión. Por una higa: su propósito (para eso ha nacido) es volar el maldito Partido Popular por corrupto, por blandito y por cobarde. Y si el PP se resiste, VOX no renunciará nunca a ser el enterrador de la mayor apuesta ideológica y política que haya hecho nunca el centro derecha en nuestro país. Nunca. Que no se engañe Casado: cualquier pacto, tipo Andalucía, que puedan acordar los “Abascales” será simplemente táctico. En el fondo trabajan como el más puro leninismo: horadar para luego, más pronto que tarde, quedarse con el plato y las tajadas.

Ese es el programa de Vox y Abascal y de sus acólitos (a alguno de los cuales mejor es no conocer). Por eso el jefe está recogido, no se le vaya a preguntar por ejemplo, qué hacia él en el PP más sucio de la Comunidad de Madrid cuando Granados y González se repartían el santo y la limosna. ¿Qué hacía? Pues lo mismo que ahora: callarse como un mudito. Está silente; ni está, ni se le espera. Encantado con que Sánchez le haga la campaña y le transmita que si él, Campeador de la Nueva España, no es invitado a cualquier debate, el Gobierno del PSOE boicoteará la reunión. Son aliados, por eso Sánchez le cuida a este neonato de la política nacional. Es su mecenas.

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