El 24J volverá el apocalipsis
Anda Zapatero desencadenado por los platós y televisiones de la secta que él montó para que le acariciaran con talante su lomo de presidente sobrevenido, contándoles a sus antiguos sirvientes (vean el tono mandón con el que despachó a Ferreras el otro día, ordenándole cómo dar paso a las piezas informativas) que mejor que ganar es «ganar por sorpresa». Y lo hace con esa mueca de histriónico empastillado del que huirías si alguien te sonriera así en el metro o en la parada de bus.
De ganar por sorpresa Zapatero sabe mucho. O lo sabe todo. Todavía hay españoles que esperan conocer algún día la verdad sobre la sorpresa que le llevó a ser presidente por accidente. Sigue siendo un misterio la razón que impulsa a un país a no exigir explicaciones del mayor atentado terrorista sufrido y a obviar desde hace ya casi veinte años las declaraciones del juez que instruyó el caso y del que nunca más se supo: «Los españoles no están preparados para conocer la verdad». Quizá esa verdad la sepan Zapatero, o Sánchez, o Felipe, por su afinidad con lo que ocurre al sur de nuestras fronteras. El socialismo vive de la pobreza que crea y de la anestesia que inocula. No se explica su permanencia en la conciencia social de un pueblo que nunca le ha ido mejor con las ideas de la izquierda al mando.
El rebote de Zapatero constata que el PSOE ve pérdidas las elecciones, y con la historia en la mano, es cuando más hay que temerlo. La superioridad moral de la izquierda cuando se trata de inducir al ciudadano sobre lo que debe y no debe hacer es tan constante como inflamable. Cuando en sus manos y memoria poseen centenares de millones de muertos y los peores casos de satrapía política, no tienen reparos en usar el miedo como fiebre principal de alteración del ánimo, ni de malversar y manipular el pasado para adecuarlo a sus parámetros e intereses morales. Su pack de miserias éticas lo completan utilizando de manera infame la proyección hacia el adversario, y en esa orgía de propaganda goebbelsiana, alertan de un contrasentido hasta para ellos: que el triunfo el próximo domingo de la democracia supondrá al mismo tiempo su muerte. Porque, ya saben, cuando no se vota izquierda, el mundo retrocede, aunque la historia se empeñe, pesada ella, en demostrar lo contrario cada vez que el votante saca a la izquierda de un gobierno.
Por eso Zapatero, y sus aprendices, entre ellos los millonarios del club cultureta de la ceja, advierten sobre un miedo que ya nadie tiene acerca de una realidad que en absoluto va a acontecer. Es la izquierda, es el PSOE, con Sánchez, Zapatero y sus amigos de la intelectualidad y la causita, los que necesitan que haya fascistas para justificar sus tropelías. No es casual esta campaña subvencionada que insulta y menosprecia a una nación porque no va a votar lo que la progresía dicta. Solo hay que ver cómo llegaron los dos últimos presidentes socialistas a al poder.
Tras el cambio de gobierno, el 24J volverá la ruina, los incendios, los recortes, la privatización de las almas, la merma de libertades, la cancelación de derechos, la malversación de dinero público, en suma, todo aquello que hace normalmente el progresismo fetén cuando gobierna pero que sólo resuena cuando pierde la poltrona. España tiene historia, pero no memoria. Sólo hay que esperar a que llenen el granero de nuevo y quizá lo próximo que venga de la izquierda acabe haciendo bueno a Sánchez. A eso es a lo que hay que temer de verdad.