12 de octubre: cuelgo la bandera española en la ventana

12 de octubre: cuelgo la bandera española en la ventana

Y bien visible. Realmente, luce muy grande. Enorme. Yo la veo como diez veces más grande que la cubana que colgó mi vecino en su ventana justo al lado de la mía el 11 de septiembre. Y deben de ser más o menos iguales. Puramente psicológico.

La diferencia entre mi vecino y yo es que él la cuelga mucho más tranquilamente. Tal como si pusiera una maceta de begonias. La suya, la bandera, es de quita y pon. Pero en nuestra comunidad, a diferencia de la española, que nunca ha asomado por ninguna parte, ya hay alguna que otra bandera independentista. Independentista, ojo; que no catalana. La senyera es casi, casi una bandera constitucionalista. Ya no se ve.

Pues lo que digo: que hay otras. Poca cosa: sólo en dos casas de 40. Y se las ve desteñidas y harapientas. Deben de estar allí por lo menos desde el clímax del delirio del prucés. Ya forman parte, como se dice vulgarmente , “del paisaje”. Ya nadie se fija, imagino. Por eso destaca una rojigualda nueva y deslumbrante, de colores solares. Y más en día de fiesta, con buen tráfico de padres, niños y bicicletas por la calle. Podría haber reajustes en la consideración de los vecinos hacia nosotros, me temo. Para mal, pero también para bien, espero. Que hay mucho constitucionalista de perfil bajo cero en todas las ciudades y pueblos de Cataluña.

El diario enoticias, cuyo director, independentista, es muy crítico con las maneras totalitarias de los partidos del “procés”, recoge las declaraciones de Francesc Serés en una entrevista en Público. Este escritor ha publicado un libro en Proa ( ya debemos andar por el millar) titulado ‘La mentida més bonica’ (‘La mentira más bonita’) sobre la estafa que han acabado siendo estos últimos 10 años de movilizaciones disparatadas y ataques a los derechos y libertades de más de la mitad de los catalanes. Y dice: «Cataluña ha ido hacia atrás y esto lo ha hecho nuestra generación, lo hemos hecho nosotros». Y continúa: «Tú reúnes a un millón de personas en la calle para decirles que van a votar, que hay un proceso de independencia, etc. Hombre… no los reúnes para decirles haremos una party. Cuando lo ves así dices pero qué engatusada. ‘¡Todo está preparado!’, y no había nada. Y al día siguiente desapareció todo el mundo, ¿dónde están? ¿Qué resistencia existe? Cero».

Y pasa a hacer apología del pujolismo en el sentido del realismo (realismo desde el punto de vista de un independentista, claro), del entender cómo funcionan las relaciones entre Cataluña y España. «Catalunya debe de estar hasta los cojones de todos nosotros, que debe pensar, durante un tiempo dejadme en paz que lo han hecho muy mal».

“Durante un tiempo…”. Este es el latiguillo que resuena en las reflexiones “pragmáticas” de los independentistas, en su esperanza pujoliana de un Eterno Retorno. Seguir dándole a la manivela. El nuevo conseller, Carles Campuzano, se defiende del secretario general de JxCat, Jordi Turull, que le oyó decir en una cena que al procés habría que aparcarlo. “Evidentemente que la independencia no debe de “dejarse estar””, ha insistido, virtuoso.

No sé si yo me molestaría en poner una bandera si no supiera que el gran incendio ha dejado rescoldos. Sé que ahora es necesario un testimonio aunque modesto, un recordatorio de que la mayoría silenciosa tampoco lo vamos a “dejar estar”.

Y así seguimos en estas tierras catalanas. Puteados antes. Incómodos a veces ahora al cruzarnos con ese vecino que de forma manifiesta ha evitado saludarnos.

Fachas…

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