La Banda Municipal, tocando la Internacional
Pese a los horrendos crímenes cometidos por Hitler, el dictador nazi está lejos de ser el mayor genocida de la historia de la humanidad. El «podio» recae en el chino Mae Zedong, autor del exterminio a través de sus políticas urbanas y agrarias -que entre otras medidas incluían el asesinato de gorriones a golpes de sartén porque los consideraba culpables de la hambruna-de aproximadamente 70 millones de personas.
Hitler ni siquiera es el segundo de esta espantosa lista. El fuhrer fue el responsable de la muerte de seis millones de judíos y un total de once millones de personas, pero las cifras del horror nazi palidecen ante las del soviético Josif Stalin, que autorizó la liquidación masiva de 62 millones de rusos, muchos de ellos, cerca de 40 millones, congelados en los gulag.
Tanto Stalin como Mao, que se hacía llamar El Gran Timonel, comparten ideología comunista. El mismo régimen que acabó con la vida de 2,4 millones de seres humanos en Camboya, de más de un millón en Rumanía o de cifras similares en Yugoslavia, Etiopía, Cuba o Venezuela. Las víctimas del comunismo se calculan en 110 millones de personas, casi tres veces la población entera de España. No ha habido un sistema político similar en la historia. Es una máquina de picar carne. Resulta inexplicable que en pleno Siglo XXI la ONU permita todavía la existencia de países con este régimen político. El comunismo debería llevar décadas no sólo ilegalizado, sino declarado un crimen contra la Humanidad y, en consecuencia, perseguido en cualquiera de sus manifestaciones.
Ante semejante abominación resulta inconcebible que se haya utilizado a la Banda Municipal de Música para interpretar en el Conservatorio de Palma el himno por antonomasia del comunismo, la «Internacional», durante el homenaje que se le rindió a Aurora Picornell, a la que por cierto pretenden hacer pasar por una demócrata cuando en realidad era una anarquista declarada a la que el mismo PSOE puso en busca y captura, tal y como contó OKBALEARES. Que se interprete la banda sonora de un régimen que ha matado a más de 100 millones de personas y que eso lo consienta la presidenta del Govern Balear indica hasta donde llega la capacidad de genuflexión de Francina Armengol, que haría lo que fuera, al igual que su modelo a seguir Pedro Sánchez, para mantenerse en el sillón hasta el final de la candidatura. Aunque eso signifique legitimar con dinero público el himno del más aborrecible de los sistemas políticos de toda la historia.