Preocupación en Moncloa por la creciente tensión entre ministros ante unos meses críticos

Moncloa teme a que los presupuestos o las causas judiciales contra Podemos o el Rey emérito puedan tensionar la coalición de forma insostenible

Iván Redondo
Pedro Sánchez junto a Iván Redondo.
Joan Guirado

El Gobierno de coalición nunca se planteó como algo fácil. Su negociación fue ardua y dura. De hecho, tras las elecciones del 28 de abril, los reproches entre los negociadores de PSOE y Podemos hizo descarrilar el acuerdo y provocó una repetición electoral. Días después del 10 de noviembre, cuando Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sorprendieron con un pacto exprés, todos pensaban que ese pacto sería plácido y fructífero. Pronto se vio que no. Ahora, ante uno de los períodos álgidos de la legislatura, el principal temor entre los estrategas del Palacio de La Moncloa es que la tensión interna entre los ministros socialistas y podemitas enturbie el trabajo que tiene encomendado el gabinete ministerial.

Los incendios en el seno del Consejo de Ministros vienen normalmente desde el bando de Podemos. En estas semanas, se han escuchado críticas contra otros compañeros del Ejecutivo, como la vicepresidenta primera Carmen Calvo o la ministra de Educación Isabel Celaá, y también se ha cuestionado la posición oficial del Gobierno en temas de Estado, como la Monarquía.

Al inicio del mandato, todos asumieron que se producirían diferencias. Pero nunca pensaron que fuesen a ser tantas y que se sucederían de forma tan vertiginosa. De hecho, en el acuerdo, los socialistas obligaron a Podemos a aceptar que en cuestiones sensibles, como las que afectan a la jefatura del Estado, la posición oficial sería la defendida por el presidente del Gobierno. No siempre han cumplido su palabra.

Almuerzo Sánchez-Iglesias

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias son los responsables de firmar las treguas cuando saltan a la opinión pública. Un almuerzo en Moncloa, tradicionalmente los jueves si el tema no requiere mayor urgencia, zanja las discrepancias que hayan podido manifestar los partidos horas antes. La relación entre el presidente y el vicepresidente es «muy buena» y la voluntad de ambos para mantener intacto el acuerdo de la coalición les obliga a actuar con rapidez para que esas tensiones no vayan a más. Pero nadie sabe hasta cuánto va a ser posible solucionar los problemas de esta forma. La buena disposición de los dos líderes no siempre puede frenar el enfado de algunos de los ministros que, en distintas ocasiones, ya han puesto su cargo sobre la mesa.

Al presidente del Gobierno, desde su propio partido, le reclaman un mayor marcaje a los podemitas. Creen que las salidas de tono de algunos de los ministros de Iglesias, su dejadez de funciones -como en el caso del titular de Universidades Manuel Castells- y los escándalos judiciales del partido les «perjudican» políticamente. En el PSOE quieren aprovechar la «situación de debilidad» de los morados para reducir su capacidad de incidencia y poder en el seno del Ejecutivo. Eso pasaría por una remodelación del Gobierno, que en el entorno de Sánchez no descartan, pero que ven «complicada» sin un consenso entre los dos partidos que parece difícil de lograr. Recuerdan que «el nombramiento o cese de ministros depende exclusivamente del presidente».

El otoño que está a punto de empezar «será movido», avisan desde el palacio presidencial. La elaboración y aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que obligará a la coalición a estrecharse el cinturón y a hacer cesiones a cambio de votos a favor de su proyecto, la encrucijada judicial de Podemos y del propio Iglesias por la presunta financiación irregular de la formación y la causa de la tarjeta SIM de su ex asesora, la evolución de la investigación sobre el Rey emérito Juan Carlos I y las consecuencias políticas que pueda tener y las peticiones de indultos a los golpistas catalanes, que tarde o temprano el Consejo de Ministros deberá debatir, dibujan un escenario incierto en el cual las diferencias entre los socios de la coalición pueden aflorar nuevas tensiones que hagan inviable su sostenimiento.

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