La insólita isla donde aún se habla español: tiene 2 millones de serpientes sin control que la han dejado sin aves

A unos 2.500 kilómetros de Filipinas se encuentra un territorio que alguna vez fue parte de la Monarquía Hispánica y que hoy forma parte de los catorce territorios no incorporados de Estados Unidos. Se trata de una isla donde aún se habla español, enclave que mantiene vínculos históricos con la época en la que el galeón de Manila conectaba Acapulco con Asia.
Este lugar se caracteriza por un paisaje de caliza y por una cultura marcada por la herencia chamorra y la huella colonial. Sin embargo, su biodiversidad ha cambiado de forma radical tras la llegada accidental de una serpiente arbórea que logró imponerse como depredador dominante, causando una crisis ecológica de enormes proporciones.
La isla donde aún se habla español y su historia colonial
Guam, conocida antiguamente como Guaján, fue territorio español desde el siglo XVI hasta 1898. Durante más de tres siglos formó parte de la Capitanía General de Filipinas y fue escala clave en la ruta del galeón que unía América con Asia. La capital, Agaña, llegó a albergar fuertes, iglesias y edificios de clara influencia novohispana.
El legado hispánico perdura en topónimos, en la religión católica y en expresiones culturales. Aunque el idioma oficial hoy es el inglés, el español todavía está presente en documentos, tradiciones y en la memoria histórica.
La presencia española en Guam comenzó en el siglo XVI, cuando Fernando de Magallanes arribó a sus costas en 1521 durante la primera circunnavegación del planeta. Décadas más tarde, Miguel López de Legazpi tomó posesión oficial en nombre de la Corona, integrando la isla a la Capitanía General de Filipinas, adscrita al Virreinato de la Nueva España.
Desde entonces, Guam se consolidó como un enclave estratégico para el comercio transoceánico. Durante más de dos siglos, los galeones que viajaban entre Acapulco y Manila hacían escala en Agaña, donde se abastecían de víveres y reparaban sus navíos.
La evangelización fue otro pilar de la presencia hispánica. En 1668, el jesuita Diego Luis de San Vitores fundó la primera misión católica en la isla, hecho que marcó el inicio de un proceso de cristianización que perdura hasta hoy. Pese a los enfrentamientos con la población chamorra, la Iglesia se estableció como institución central de la vida social y cultural.
En el ámbito cultural, el español introdujo nuevas prácticas agrícolas, animales de granja y técnicas de construcción. También influyó en la música y las danzas tradicionales, que incorporaron ritmos europeos. A nivel lingüístico, aunque el chamorro es la lengua originaria, el español dejó huellas profundas en el vocabulario.
La invasión de la serpiente arbórea marrón en Guam
Tras la Segunda Guerra Mundial, un nuevo actor se instaló en el ecosistema: la serpiente arbórea marrón (Boiga irregularis). Procedente de Australia y Papúa Nueva Guinea, llegó a Guam de manera accidental en cargamentos militares.
Al carecer de depredadores naturales, su población creció de forma acelerada. Hoy se estima que existen unos dos millones de ejemplares en la isla. Se trata de un reptil no venenoso que alcanza hasta dos metros de longitud y que devora desde aves hasta pequeños mamíferos y lagartos.
Su capacidad de reproducción y su voracidad han convertido a esta especie en el mayor peligro para la fauna local. Investigadores citados por la BBC aseguran que «se comen cualquier cosa» y que incluso llegan a devorarse entre sí.
Las autoridades estadounidenses han implementado múltiples medidas para frenar la expansión de la serpiente: trampas, venenos, barreras físicas e incluso el uso de paracetamol como método letal para los reptiles. Sin embargo, la erradicación total parece inalcanzable.
El silencio de los bosques de Guam: aves desaparecidas
Antes de la llegada de la serpiente arbórea, Guam contaba con doce especies de aves endémicas que cumplían un papel esencial en la dispersión de semillas. Hoy, diez de ellas se han extinguido y las dos restantes sobreviven refugiadas en cuevas y zonas de difícil acceso.
La desaparición de estas aves ha tenido un efecto dominó:
- La regeneración natural del bosque se ha visto alterada.
- Cerca del 70% de la flora nativa se encuentra en riesgo.
- El paisaje sonoro ha cambiado, dejando un silencio inusual en los bosques.
El fenómeno es considerado uno de los ejemplos más extremos de los daños que puede provocar una especie invasora en un ecosistema insular.
El auge de las arañas y el cambio en el ecosistema de esta isla donde aún se habla español
Sin aves que regulen su población, las arañas se han multiplicado de forma masiva en Guam. Estudios científicos indican que existen hasta 40 veces más arácnidos en comparación con islas vecinas como Rota o Saipán.
Los bosques de caliza se han convertido en un entramado de telarañas que cubren kilómetros, con especies como la araña bananera o las cazadoras del tamaño de una mano.
Y por lo visto hasta el momento, parece que no hay vuelta atrás. Con un presupuesto anual de varios millones de dólares, los esfuerzos se concentran en zonas puntuales, como instalaciones militares, donde se ha logrado contener parcialmente la población de serpientes.
A pesar de ello, la isla sigue siendo un laboratorio natural de las consecuencias que puede generar la introducción accidental de una especie.