Soy veterinario y éste es el truco para enseñar a tu perro a dejar de ladrar


Uno de los retos más habituales para quienes tienen un perro es lidiar con los ladridos constantes o excesivos. Los perros se comunican a través del ladrido, que puede indicar muchas cosas: alerta ante un peligro, deseo de atención, emoción o miedo. Sin embargo, cuando los ladridos se vuelven frecuentes o descontrolados, pueden afectar la convivencia y generar molestias en el hogar y en el entorno. Por eso, muchos dueños buscan formas de ayudar a sus perros a controlar este comportamiento sin recurrir a técnicas agresivas.
En este contexto, el adiestrador Baruch Correa ha dado a conocer en TikTok un método que funciona para enseñar a los perros a dejar de ladrar utilizando el refuerzo positivo. Su enfoque consiste en un proceso por etapas que trabaja el comportamiento desde la raíz, promoviendo la comunicación. Lejos de castigos, el método se basa en recompensar al perro y guiarlo para que aprenda a controlar sus ladridos, logrando resultados duraderos y un vínculo más fuerte.
Cómo lograr que tu perro deje de ladrar
Aunque pueda sonar contradictorio, el primer paso consiste en reforzar el ladrido con premios. La clave está en utilizar el ladrido como punto de partida para el aprendizaje, no como un problema a eliminar desde el principio. Al recompensar al perro cuando ladra, se establece una conexión directa entre el acto de ladrar y la obtención una recompensa. Este paso permite identificar con mayor claridad cuándo y por qué el perro ladra, facilitando el control del comportamiento.
Es importante entender que esta fase no busca aumentar la cantidad de ladridos de forma indefinida, sino usar ese momento para que el perro asocie el ladrido con algo positivo y reciba la señal correcta. Así, se sienta la base para enseñarle que hay momentos en que está bien ladrar y otros en los que es mejor guardar silencio. Esta fase puede durar unos días y requiere paciencia y observación para que el dueño reconozca los patrones de conducta del perro y los estímulos que desencadenan el ladrido
A continuación, llega el momento de introducir la orden para que se calle. En esta etapa, cuando el perro empieza a ladrar esperando su recompensa, el dueño debe decir una palabra breve y clara, como «ya» o «basta», justo antes de entregar el premio, pero sólo si ha dejado de ladrar.
Esta fase es muy importante porque enseña al perro a tener control sobre su conducta y a responder a una orden concreta. No se trata de suprimir el ladrido de golpe, sino de mostrar que existe un momento para ladrar y otro para guardar silencio, ambos con consecuencias favorables. Aquí la constancia es fundamental: cada vez que el perro se detenga ante la orden, debe recibir su premio para fortalecer el aprendizaje.
En la tercera etapa, el perro empieza a alternar por sí mismo entre ladrar y estar en silencio, respondiendo a la orden del dueño. Este patrón de conducta se puede reforzar mediante sesiones diarias de práctica no duren más de cinco minutos. La idea es que el perro comprenda que puede controlar sus ladridos y que cada acción tiene su momento y su recompensa.
Este ejercicio, cuando se repite con paciencia y regularidad, genera un cambio significativo en la conducta del perro. Según el adiestrador Baruch Correa, pasar por este proceso transforma a un perro inquieto y desordenado en uno mucho más equilibrado y obediente. Además, el método no sólo ayuda a controlar los ladridos, sino que fortalece el vínculo entre el dueño y su mascota, ya que la comunicación se basa en la comprensión y el respeto mutuo, y no en castigos o frustraciones.
Beneficios de usar un método positivo
Controlar los ladridos sin recurrir a castigos tiene múltiples ventajas. En primer lugar, evita generar miedo o ansiedad en el perro, lo que puede empeorar su comportamiento o afectar su bienestar emocional. En segundo lugar, al utilizar premios y refuerzos positivos, se fomenta la motivación del perro para aprender y colaborar con el dueño.
Este método también promueve una convivencia más armoniosa en el hogar, ya que reduce el estrés tanto del animal como de las personas. El aprendizaje basado en refuerzos positivos genera una relación de confianza y respeto mutuo, facilitando que el perro responda mejor a las órdenes y a las necesidades del entorno. Además, al ser un proceso gradual, se adapta a la personalidad y ritmo de aprendizaje de cada perro, haciendo que los resultados sean duraderos y naturales.
Para aplicar esta técnica con éxito, es fundamental mantener la calma y la paciencia durante todo el proceso. Los perros aprenden mejor en un ambiente tranquilo y con un dueño que transmita seguridad. Finalmente, recuerda que cada perro es único y puede requerir más o menos tiempo para aprender. La constancia y la repetición son las claves para lograr que el perro controle sus ladridos sin estrés ni violencia, mejorando la convivencia y la comunicación en el hogar.