¿Se puede vivir con un gato asilvestrado?
Estamos acostumbrados a tener gatos domésticos en casa. Pero, ¿se puede vivir con un gato asilvestrado? Aquí te contamos un poco más.
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El gato asilvestrado es aquel que ha pasado de la vida doméstica a la silvestre. El abandono o el escape son el origen de su adaptación forzada al entorno natural. Básicamente, estos animales pasan de ser atendidos por humanos a cazar y mantener a sus crías de modo salvaje. Por supuesto, este cambio implica una socialización conflictiva y un profundo acondicionamiento psicológico en el animal.
Algunas personas ubican a estos animales y tratan de readaptarlos a la vida hogareña. En estos casos, la domesticación suele convertirse en una labor frustrante o casi imposible. Más allá de la independencia de este tipo de ejemplar… ¿Será posible convivir con ellos?
El problema de la socialización
El proceso de socialización es vital para que un gato pueda convivir con humanos y reglas. Por lo general, se recomienda a los futuros dueños adquirir felinos que tengan tres o cuatro meses de edad. La convivencia previa con la madre y sus hermanos suele ser otro requisito indispensable previo a la adopción.
Esta convivencia inicial es lo que permite que el animal después se adapte correctamente a vivir como mascota. El problema con los gatos asilvestrados es que su socialización es totalmente distinta; los riesgos de la vida callejera implican que este siempre se mantenga en alerta.
Realmente se trata de gatos que entran en modo supervivencia desde que viven en libertad. Además, el entorno que frecuentan suele ser amplio, hostil y bastante competitivo. Por supuesto, esto es muy diferente a estar en un cómodo almohadón entre cuatro paredes y un techo.
El gato asilvestrado no se acostumbra al hogar
Solo intentar agarrar a un gato feral puede implicar una mordida o un rasguño casi seguro. Se estresan al entrar en entornos cerrados y esto los motiva a mostrarse agresivos. Esta actitud es lógica: estando libres deben permanecer en un estado de alerta constante.
Solo acostumbrarse al hecho de vivir encerrados es una cuestión que puede tardar muchos meses. Aquellos que logran la adaptación suelen mostrarse muy independientes y lejanos a sus dueños. Además, siempre está la posibilidad de que estos se escapen y vuelvan a la calle.
Solo los gatos asilvestrados recién nacidos tienen ciertas probabilidades de acostumbrarse a la vida doméstica. En el caso de los felinos adultos, lo mejor será dejarlos en la calle para no romper su habituación. Esto suele ser lo mejor para mantener el equilibrio mental del animal.
Las colonias de gatos pueden constituir un problema medio ambiental en algunas zonas. Por ejemplo, En el año 2016 el gobierno australiano tuvo que exterminar a casi dos millones de ejemplares. El hecho es que su subsistencia amenazaba la supervivencia de otras especies autóctonas de dicho país.
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