El juez resalta «el vínculo del 1-O con los servicios secretos rusos y la extrema derecha europea»
Joaquín Aguirre habla de las relaciones de los independentistas con "la extrema derecha alemana e italiana"
El juez Joaquín Aguirre, instructor del Caso Voloh en el que se investigan desvíos de fondos públicos que habrían servido para financiar los gastos de Carles Puigdemont en Waterloo y las conexiones de Rusia en el proceso separatista, ha dictado un auto -al que ha tenido acceso OKDIARIO- en el que también resalta las relaciones de independentistas con los servicios secretos rusos, tal y como ha adelantado OKDIARIO, y la «extrema derecha alemana e italiana».
Así el magistrado detalla que existe «abundante documentación» con «datos que identifican a personas y confirmarían las estrechas relaciones personales existentes» entre los independentistas catalanes investigados e «individuos de nacionalidad rusa, alemana o italiana algunos de ellos mientras ocupaban cargos diplomáticos». El juez señala que existen «relaciones con los servicios secretos rusos y otros miembros influyentes de partidos políticos de la extrema derecha alemana o italiana con intereses en establecer relaciones de influencia política y económica con el gobierno de Catalunya, si éste se independizaba de forma unilateral de España».
Rusia también buscaba el apoyo de los catalanes, según afirma el juez, si se iniciaba una «guerra entre la Unión Europea y Rusia, siendo (al parecer y según se desprende de algunos mensajes encontrados en el teléfono móvil del investigado Víctor Terradellas), la invasión de Ucrania y la consecuente limitación del suministro de gas a Europa el primer paso importante de la estrategia política del gobierno ruso y su presidente Putin (de tendencia política de extrema derecha) para la desestabilización de la democracia y la Unión Europea». Como consecuencia de esto, explica el instructor, «se podría producir la salida de España de la Unión Europea por causa de la independencia unilateral de Catalunya apoyada por el gobierno ruso, mediante soporte económico y militar».
Terradellas es ex dirigentes de la extinta Convergència Democràtica de Catalunya. En este partido, del que fue líder histórico Jordi Pujol, militaron dirigentes independentistas como el propio Carles Puigdemont. Los casos de corrupción que destapó la Justicia llevaron a la desaparición de este partido y dio paso a nuevas siglas, el PDeCAT y Junts.
10.000 soldados rusos
Según consta acreditado en el sumario, el día antes de la Declaración Unilateral de Independencia (DUI), Puigdemont tuvo encuentros con intermediarios rusos, entre ellos el empresario Nikolay Sadovnikov, que es una persona muy próxima a Vladímir Putin. Esas reuniones son de especial significado, ya que, según la investigación dirigida por el juez Aguirre, tuvieron lugar en vísperas del día clave marcado por los líderes secesionistas que diseñaron y lanzaron el 1-0: era la jornada en la que pretendían proclamar e instaurar la República Catalana en 2017.
En esta reunión que consta en el sumario del caso Voloh, los intermediarios rusos se ofrecieron a ayudar a pagar con criptomonedas los 77.740 millones de euros de deuda pública que Cataluña tenía con España. El abono se haría efectivo, según esa promesa, una vez que Cataluña impusiera su independencia. También se han recabado indicios que apuntan a que los emisarios del régimen de Putin prometieron a los independentistas 10.000 soldados rusos para que Cataluña, tras la secesión, contase con una estructura militar transitoria hasta que formara su propio ejército tras la secesión.
Esos extremos han sido constatados a partir de una conversación a la que ha accedido la investigación judicial. La reveladora charla la mantuvieron los independentistas David Madí y Víctor Terradellas. Aunque el contenido de esa conversación evidencia esas conexiones entre Rusia y el secesionismo catalán, los implicados –Madí y Terradellas– han insistido en minimizar lo que desveló su charla. En su declaración ante el juez, Terradellas pretendió quitar importancia a esa prueba asegurando que Puigdemont «consideró estos ofrecimientos [de Rusia] como una broma de mal gusto y no dio crédito a las ofertas».