Rached Ghannouchi es cuestionado en el Parlamento de Túnez
Brecha profunda en la Asamblea de Representantes del Pueblo de Túnez tras la sesión convocada por la oposición que servía para cuestionar los vínculos del presidente del Parlamento y líder del partido islamista Ennahda, Rached Ghannouchi, con los Hermanos Musulmanes, grupo considerado terrorista por diversos países, y con naciones como Turquía y Qatar, que están propiciando la desestabilización en la vecina Libia mediante el apoyo militar y de mercenarios al Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) dirigido por el primer ministro Fayez Sarraj.
El dirigente de Ennahda Rached Ghannouchi criticó las propuestas opositoras sobre disolver el Parlamento como «confusas e inconstitucionales», denunciando un supuesto intento de sabotear las instituciones estatales e interrumpir los intereses del pueblo tunecino. Una sesión parlamentaria materializada ayer y que fue encabezada por el Partido Desturiano Libre (PDL), liderado por la abogada Abir Moussi. De hecho, el PDL organizó una manifestación en los exteriores del Parlamento contra la figura de Rached Ghannouchi.
En este escenario, el máximo dirigente de Ennahda concedió una entrevista a la cadena estatal qatarí Al-Jazeera en la que denunció una campaña orquestada contra su persona y su formación: «Las campañas de incitación y las ilusiones inventadas sobre las protestas en Túnez, propagadas por medios extranjeros sospechosos, son una prueba indiscutible de los intentos de sabotaje contra la experiencia tunecina». Ghannouchi incidió en la gravedad de los ataques de la oposición encaminados a retirarle la confianza parlamentaria y aludió a las normas que existen para este tipo de procedimientos: “Con respecto a los llamados a despedir al Gobierno o retirar la confianza en el presidente del Parlamento, estos problemas solo pueden resolverse haciendo referencia a la Constitución y al código interno del Parlamento, ya que este tipo de decisiones están determinadas por procedimientos y arreglos específicos que deben ser respetados. De lo contrario, arrastraríamos al país al caos”.
Rached Ghannouchi quiso defenderse y poner en duda la posición opositora señalando que la vía democrática en Túnez está amenazada por aquellos que tratan de distorsionar y denostar las llamadas primaveras árabes. “La Primavera Árabe, que comenzó y se extendió desde Túnez, se está oponiendo a muchas potencias que temen la libertad y buscan preservar sus intereses”, dijo Ghannouchi. Expresó que esta feroz estrategia incluso ha llevado a avivar conflictos y guerras civiles, al respaldar a mercenarios y milicias, y a proporcionar armas y equipo militar para desestabilizar los países donde han tenido lugar revoluciones populares, mientras se apunta a derrocar a Gobiernos legítimos, como es actualmente; en clara alusión en este caso a Libia, donde la fuerza política representada por Ennahda apoya al GNA de Fayez Sarraj, sustentado por Turquía, Qatar e Italia y reconocido internacionalmente desde 2016 por la Organización de Naciones Unidas (ONU), y que recibe un fuerte apoyo militar del Ejército turco y de milicianos a sueldo pro-turcos procedentes de la guerra de Siria y que han sido vinculados por diversos medios a exfiliales de grupos terroristas yihadistas como Al-Qaeda. Todo ello frente a la acción del Ejército Nacional libio (LNA, por sus siglas en inglés) del mariscal Jalifa Haftar, que está asociado con el otro Gobierno de la ciudad oriental de Tobruk y que trata de acabar con el principal bastión resistente del GNA en la capital de Trípoli argumentando que la intención es acabar con los elementos yihadistas alojados allí para unificar el país y llevar a cabo un posterior proceso democrático. Ghannouchi añadió que esta ofensiva busca restaurar los regímenes militares y entregar el poder a los golpistas, y señaló que este tipo de esfuerzo se lleva a cabo desde 2011 y han pasado por diferentes fases.
En cuanto a la guerra de Libia Ghannouchi dejó clara su postura: “Creemos que la solución en Libia solo puede ser política, ya que la guerra no puede lograr la estabilidad, sino que profundizará la brecha entre nuestros hermanos libios. Se requiere que las partes libias en el conflicto se reúnan en la mesa de negociaciones y hagan concesiones mutuas para llegar a una hoja de ruta que mantenga la unidad en el país dentro del marco de valores democráticos, libertad y coexistencia pacífica, lejos de las rivalidades, guerra civil, golpes sangrientos y todo aquello que alimenta conflictos tribales». “Nuestras sólidas relaciones con nuestros hermanos libios no nos permiten dejarles de lado. Más bien, debemos alentarles a alcanzar una solución pacífica. Por lo tanto, nuestra posición, que es la misma que la postura oficial del Estado tunecino, fue y sigue siendo coherente con las orientaciones de la comunidad internacional para apoyar la legitimidad que articula la voluntad popular en Libia.
A este respecto, debemos establecer una comunicación con el Gobierno reconocido internacionalmente en Trípoli y el legítimo Ejecutivo de Tobruk. La neutralidad pasiva en el tema libio no tiene sentido; Es por eso que hemos estado pidiendo una neutralidad positiva al presionar a las partes libias a alcanzar un compromiso y llegar a una solución política y pacífica”, manifestó el presidente de Ennahda y de la Asamblea de Representantes del Pueblo de Túnez, en palabras recogidas también por el medio Middle East Monitor, sobre el conflicto de un país como Libia, muy interesante por sus reservas de petróleo y por su localización en el Mediterráneo, y donde entran en juego diversas potencias internacionales tomando partido por cada uno de los bandos enfrentados. Así, el GNA recibe el citado apoyo de la ONU, Turquía y Qatar; mientras, el LNA cuenta con el respaldo de Rusia, Francia, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
En resumen, Rached Ghannouchi advirtió que los llamados a disolver la Asamblea en estos momentos son «recetas para el caos», como también recogió la agencia de noticias turca Anadolu.
En palabras recogidas por Anadolu, Ghannouchi, líder de Ennahda, el bloque más grande en el Parlamento (a pesar del retroceso sufrido en las últimas elecciones), remarcó que “obstruir las instituciones estatales y los intereses de los ciudadanos expresa caos, no oposición». “El deber del Estado es enfrentar el caos y proteger la oposición pacífica», aseveró Ghannouchi en una clara amenaza velada a las posturas duras contra su persona.
En relación con las dificultades que atraviesa el Gobierno de coalición existente, formado a base de frágiles acuerdos ante la fragmentación parlamentaria existente, Ghannouchi dijo que Túnez «enfrenta desafíos sin precedentes debido al brote de coronavirus». Destacó que tener solidaridad y sinergia dentro del Ejecutivo es básico para afrontar los desafíos en la etapa actual. El presidente del Parlamento apeló a la unidad nacional para permitir al Estado tomar medidas urgentes para mitigar la propagación de la enfermedad COVID-19.
La oposición sigue cuestionando esas relaciones de Ennahda y su líder Rached Ghannouchi con Qatar y Turquía, dos países en tela de juicio por su diplomacia exterior. La nación euroasiática presidida por Recep Tayyip Erdogan toma parte activa en guerras como las de Libia y Siria con la inclusión de elementos adscritos a antiguas formaciones vinculadas a grupos extremistas, como han publicado diversos medios; todo ello con la clara intención de posicionarse en el arco mediterráneo de una manera más intensa. Mientras, la monarquía del Golfo sufre el embargo político y económico decretado por Arabia Saudí, Emiratos, Egipto y Bahréin desde 2017, quienes acusan al país liderado por el emir Tamim bin Hamad al-Thani de dar soporte al terrorismo transfronterizo.
Por otro lado, los partidos opositores también alertan sobre los nexos de Ghannouchi y Ennahda con los Hermanos Musulmanes, grupo investigado por varios países occidentales por supuestos vínculos con el terrorismo yihadista. De hecho, por ejemplo, varios personajes importantes de Al-Qaeda mantuvieron una intensa actividad con la también llamada Hermandad Musulmana.
En esta línea, el diputado Zouhair Makhlouf manifestó que tiene evidencia de la participación del partido islamista Ennahda en los atentados terroristas y la violencia durante el Gobierno del fallecido presidente Zine al-Abidine Ben Ali.
En una entrevista concedida a la cadena de radio IFM, Makhlouf señaló que Ennahda instrumentalizó ataques de Daesh, incluidos los bombardeos y el golpe de Estado. «Tengo pruebas sobre esos planes», dijo a IFM, y agregó que la evidencia que tenía no estaba en posesión del Estado tunecino. Makhlouf reconoció que estaba preparado para rendir cuentas si lo investigaban por su información y evidencia. «Había un aparato que manejaba el movimiento y planeaba traer armas y bombas y llevar a cabo operaciones de preparación para apuntar a varias instalaciones de seguridad en las áreas de Nabeul y El-Morouj», señaló. “El movimiento Ennahda estableció un plan en tres fases: la primera fue la de tranquilizar y apaciguar; la segunda estuvo basada en la terquedad; y la tercera fue imponer una política para alcanzar un vacío constitucional”, añadió. Makhlouf explicó que el vacío constitucional se crearía con el asesinato de Ben Ali y sus sucesores, lo que permitiría a Ennahda tomar el poder. Es probable que sus acusaciones afecten a la opinión pública en Túnez, especialmente porque este partido islamista ha sido acusado por sus oponentes de establecer un aparato secreto que estaba detrás de los asesinatos de los opositores políticos Chokri Belaid y Mohamed Brahmi.
En este sentido, el diputado del Frente Popular Mongi Rahoui indicó que los líderes izquierdistas fueron las primeras víctimas de esta estrategia islamista, citando en particular los asesinatos de Belaid y Brahmi, así como los atentados terroristas perpetrados contra las fuerzas de seguridad tunecinas, sirviendo únicamente a la agenda islamista, como recogió el medio Kapitalis.
El parlamentario Mongi Rahoui le dijo a Ghannouchi en el Parlamento que el problema es él y su política. “Conocemos su proyecto oscurantista, que es solamente una continuación del proyecto de la Hermandad Musulmana”, expresó el parlamentario de izquierdas.
Ennahda también fue acusado de tener vínculos con las corrientes salafistas extremistas (ligadas a la Hermandad), lo que convirtió a Túnez en un vivero de militantes, llevando a la juventud tunecina a luchar en zonas de conflicto, especialmente en Siria y Libia.