Putin insta a Erdogan a que contribuya a la paz de Nagorno-Karabaj

Nagorno-Karabaj
El humo de las explosiones cubre la ciudad de Stepanakert, en Nagorno-Karabaj.

El conflicto regional caucásico está despertando interés en todo el mundo. Nagorno-Karabaj era un territorio desconocido para muchos hace un mes, pero el conflicto del que hoy tenemos noticia lleva activo desde siglo pasado. La intervención de Turquía apoyando a los azerís ha hecho que el presidente de Rusia le pida ayuda para frenar la escalada bélica.

Armenia y Azerbaiyán se disputan varios enclaves territoriales que no han quedado delimitados oficialmente. Concretamente la región de Nagorno-Karabaj que en 1991 se independizó como la República de Artsaj. Después de esperar 26 años para una resolución pacífica internacional, las partes enfrentadas han retomado las armas para solucionarlo por su propio pie.

Ayer, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, pidió en una conversación telefónica a su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, que contribuyera a reducir la tensión en la región de Nagorno-Karabaj, cuya soberanía se diputan Armenia y Azerbaiyán desde hace décadas.

«Se expresó la esperanza de que Turquía, como miembro del Grupo de Minsk de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), contribuya de manera constructiva a una desescalada del conflicto en la zona», ha dicho el Kremlin en una nota de prensa.

El Grupo de Minsk se creó 1992 para encontrar una solución a este conflicto territorial. Los copresidentes del grupo de Minsk son Rusia, Francia y Estados Unidos. Además, el grupo está integrado por Bielorrusia, Alemania, Italia, Suecia, Finlandia y Turquía, así como por Azerbaiyán y Armenia.

Pero este grupo no ha conseguido todavía ningún avance y, desde sus propios miembros, recibe críticas muy duras sobre la gestión de este conflicto territorial que se tiene olvidado.

Turquía mismo ha criticado abiertamente la ineficiencia de este organismo que, considera, al estar dirigido por Rusia, “ha paralizado el conflicto más que arreglarlo”, denunciaba Erdogan hace dos semanas en medios de comunicación turcos.

La intervención de Turquía directamente en el conflicto apoyando a los azeríes está llegando a los titulares de la prensa. Tanto milicias turcas del norte de Libia y Siria, como el empleo de armamento militar turcos están incomodando a la comunidad internacional. El mandatario ruso ha mostrado preocupado por la participación de «combatientes de Oriente Próximo en las acciones militares que están teniendo lugar en la región”, según informaciones de la agencia Sputnik.

En este sentido, ha subrayado la necesidad de llevar a cabo esfuerzos conjuntos para «poner fin al derramamiento de sangre y garantizar una solución pacífica del problema”. Así, Putin y Erdogan han reafirmado la importancia de cumplir con la tregua humanitaria acordada el 10 de octubre en Moscú y han instado a impulsar un proceso político.

Alto el fuego fallido

Tras dos semanas de intensos combates, la comunidad internacional asistía aliviada el sábado al anuncio del alto el fuego humanitario en Nagorno-Karabaj. Esta decisión, auspiciada por el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), tenía como objetivo que la población civil pudiera salir, abastecerse de los recursos básicos y poder visitar a sus familiares y fallecidos. Además, la tregua contemplaba el intercambio de prisioneros de guerra, personas detenidas y los cuerpos de los muertos entre ambos bandos enfrentados.

Sin embargo, horas después del alto el fuego comenzaron a volverse a escuchar disparos y cañonazos. Las notas de prensa informaban de heridos, muertos y desplazados. Todo lo contrario a lo que esperaba la comunidad internacional con el alto el fuego.

Según las cifras, los combates de las últimas dos semanas han causado la muerte al menos a 438 integrantes de las fuerzas de defensa de Nagorno-Karabaj y a 41 civiles azeríes, según han informado este domingo las respectivas autoridades.  El Ministerio de Defensa karabají ha sumado en las últimas horas otros 25 militares fallecidos, con lo que eleva a 438 las bajas mortales que sus fuerzas han sufrido en dos semanas de combates.

Por la parte de Azerbaiyán, que lleva días sin dar cifras oficiales de bajas entre sus militares, la escalada de combates ha dejado al menos 41 civiles muertos y 200 heridos, según la Fiscalía General de Azerbaiyán citada por la agencia rusa Sputnik. Los ataques también han provocado daños en 1.165 casas particulares, 57 edificios residenciales y 146 instalaciones civiles.

La guerra ha continuado mientras Azerbaiyán y Armenia se han acusado mutuamente de violar el alto el fuego. «La mañana del 12 de octubre las Fuerzas Armadas de Armenia bombardearon la región de Agdam», se afirmaba en un comunicado del Ministerio de Defensa de Azerbaiyán. Según el parte azerí, las tropas armenias intentaron recuperar posiciones al sur de Nagorno-Karabaj, pero fueron repelidas.

El alto el fuego contemplaba un intercambio de prisioneros de guerra y la retirada de cadáveres de víctimas del conflicto con la ayuda del CICR, pero estos dos procesos no se han podido realizar.

Azerbaiyán sostiene que la solución al conflicto con Armenia pasa necesariamente por la liberación de los territorios ocupados, demanda que ha sido respaldada por varias resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU. Armenia, sin embargo, apoya el derecho a la autodeterminación de Nagorno-Karabaj y aboga por la participación de los representantes del territorio separatista en las negociaciones sobre el arreglo del conflicto.

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