Invasión rusa de Ucrania

Una pifia de Borrell impidió a EEUU y Polonia entregar cazas a Ucrania para combatir a Putin

borrell Ucrania
Josep Borrell.
Pelayo Barro

Una indiscreción del comisario europeo de Asuntos Exteriores, el ex ministro socialista Josep Borrell, hizo fracasar la posibilidad de entregar cazas de combate Mig-29 polacos a Ucrania para proteger sus cielos de la aviación rusa. Borrell reveló los planes -secretos- y provocó que Rusia respondiese con amenazas de iniciar una guerra contra aquellos países que participasen en ese movimiento. Al final, tanto Polonia como Estados Unidos desistieron de su plan y el Gobierno de Volodómir Zelenski se quedó sin cazabombarderos.

«La transferencia habría sido posible de haberse mantenido el acuerdo en secreto, pero eso fue imposible después de que Josep Borrell, responsable de Asuntos Exteriores y de Seguridad de la UE, declarara de manera inequívoca a la prensa el 27 de febrero que los aliados iban a suministrar cazas a Ucrania», revela la publicación estadounidense Político, una cabecera que se ha ganado su prestigio por sus buenas fuentes dentro de la Administración norteamericana.

La metedura de pata que describe Político, por obra y gracia de Borrell, provocó un «shock» entre todas las partes implicadas en este discreto movimiento. El anuncio sorprendió y alertó también a Rusia. Vladimir Putin anunció que todo país que participase en una operación para entregar cazas a Ucrania sería considerado cómplice de una acción de guerra. Un casus belli en toda regla. Esa amenaza hizo que Polonia y Estados Unidos desechasen el plan.

La operación, gestada entre bastidores hasta la aparición de Borrell, consistía en que Polonia entregaría sus Mig-29 -al borde del fin de su vida operativa- a Ucrania, y sería Estados Unidos quien supliría ese vacío en la fuerza aérea polaca entregando unidades de su caza F-16.

Tras saltar todo a la opinión pública de boca de Borrell, describe Político las agencias de inteligencia estadounidenses implicadas en el plan, así como el Pentágono y el Gobierno polaco, dieron marcha atrás. El plan ya era insalvable. Ahora se está intentando transferir sistemas antiaéreos terrestres S-300, también eficaces contra las aeronaves rusas pero lejos de las capacidades operativas que les ofrecían esos Mig-29 que, por una indiscreción del ex ministro socialista, nunca verá Ucrania.

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