León XIV denuncia el martirio de los cristianos de Oriente: «Me esforzaré en recuperar la paz»
Los cristianos de Oriente Medio están sufriendo una masacre por parte de los islamistas
El Papa defiende los ritos orientales como “una medicina” ante la pérdida del misterio en Occidente


El Papa León XIV ha denunciado la masacre de los católicos en Oriente ofreciéndose como mediador en los conflictos para «recuperar la paz». Lo ha hecho esta miércoles en un discurso que ha pronunciado en el Aula Pablo VI ante los participantes en el Jubileo de las Iglesias Orientales que se celebra esta semana y que ha despertado la ovación en varias ocasiones.
El Pontífice ha alertado del éxodo que están padeciendo los católicos en Oriente, las pérdidas humanas y el riesgo de extinguirse los ritos orientales que conlleva el contacto con Occidente, perdiendo «no sólo su patria» sino también «su identidad religiosa».
La historia de los mártires católicos en Oriente Medio es una tragedia silenciada durante décadas, recrudecida en los últimos años, por las persecuciones ante el ascenso al poder de las facciones más fundamentalistas del Islam tras las revoluciones de las primaveras árabes.
A la luz de los datos publicados recientemente por el diplomático Gustavo de Arístegui en La Razón, basados en fuentes como el Departamento de Estado de EEUU, Pew Research Center y proyecciones fundamentales en tendencias históricas, «revelan una aterradora realidad».
«Si en 1985, los cristianos representaban una minoría significativa en varios países de la región, en 2025, su presencia ha menguado dramáticamente», señala. Por ejemplo, en la Franja de Gaza de los 60.000 cristianos que había en 1985, en 2025 se calcula que sólo quedan 45.000, «siendo especialmente desgarrador en Tierra Santa, cuando llegaron a ser el 10% de la población a mediados del siglo XX», subraya Arístegui. Una situación que atraviesan todos los países de Oriente Medio.
León XIV: mediador para la paz
El Pontífice se ha ofrecido como mediador para lograr la paz: «Yo emplearé todos mis esfuerzos. La Santa Sede está a disposición para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos, para que a los pueblos se les devuelva la esperanza y se les restituya la dignidad que merecen, la dignidad de la paz. Los pueblos quieren la paz y yo, con el corazón en la mano, digo a los responsables de los pueblos: ¡encontremos, dialoguemos, negociemos!».
«Cuánta violencia», ha lamentado León XIV, señalando con tristeza la «Iglesia mártir» «desde Tierra Santa hasta Ucrania, desde el Líbano hasta Siria, desde Oriente Medio hasta Tigray y el Cáucaso».
«A los cristianos hay que darles la posibilidad, no solo con palabras, de permanecer en sus tierras con todos los derechos necesarios para una existencia segura. ¡Les ruego que se comprometan por esto!», ha reclamado. El Santo Padre ha pedido rezar por la paz, que ha definido como «reconciliación, perdón, valentía para pasar página y volver a comenzar».
«La guerra nunca es inevitable, las armas pueden y deben callar, porque no resuelven los problemas, sino que los aumentan», ha proseguido», «rechacemos las visiones maniqueas típicas de los relatos violentos, que dividen el mundo entre buenos y malos».
Los ritos orientales católicos
Lamentablemente, los europeos católicos somos poco conscientes de la riqueza litúrgica que convive dentro de la Iglesia en la celebración de los sacramentos, sobre todo desde que el Imperio Romano se dividiera en el año 295 en el Occidental y Oriental.
En Occidente se unificó la mayoría de formas rituales en 1570, cuando San Pío V publicó el Misal Romano, conocido como rito latino –aunque perviven formas como el ambrosiano o el hispano mozárabe–.
Sin embargo, en Oriente se continuaron celebrando conforme los ritos propios, y actualmente se clasifican en grandes centros: el rito alejandrino (como el copto), ritos antioquenos (como el maronita), ritos bizantinos (como el ucraniano), a los que se suman los ritos sirios y el rito armenio.
León XIV ha puesto de relieve esta riqueza litúrgica que tiene la Iglesia Católica, resaltando que los ritos orientales perviven desde Jesucristo: «En algunos de ellos se puede escuchar la lengua que hablaba».
«Al mirarlos –refiriéndose a los representantes de la Iglesia Oriental–, pienso en la variedad de sus procedencias, en la historia gloriosa y en los duros sufrimientos que muchas de sus comunidades han padecido o padecen», ha expresado.
«Os necesitamos», ha expresado, haciendo hincapié que la manera que tienen de adorar a Dios «es medicinal» al trascender el mero formalismo, dado que estos ritos preservan «una espiritual» propia: «Necesitamos recuperar el sentido del misterio en la liturgia».
El Papa ha hecho referencia a la encíclica de su antecesor, el Papa León XIII (Orientalium dignitas), con la que reguló la preservación de estos ritos, ordenando a los misioneros latinos en Oriente que no interfirieran en éstos, so pena de ser «destituido y excluido de su oficio».
León XIV ha alertado del serio riesgo de extinción de estos ritos ahora por «el éxodo que están sufriendo estas comunidades de sus territorios de origen, a causa de la guerra y las persecuciones, de la inestabilidad y de la pobreza, corren el riesgo, al llegar a Occidente, de perder, además de su patria, también su identidad religiosa. Así, con el paso de las generaciones, se pierde el patrimonio inestimable de las Iglesias orientales».
«¡Y cuán importante es redescubrir, también en el Occidente cristiano, el sentido del primado de Dios, el valor de la mistagogia, de la intercesión incesante, de la penitencia, del ayuno, del llanto por los propios pecados y de toda la humanidad (penthos), tan típicos de las espiritualidades orientales!», ha argumentado, defendiendo que «custodiar sus tradiciones sin diluirlas» a fin de que «no se corrompan por un espíritu consumista y utilitarista».
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