Polémica visita de Vance

Indignación en Groenlandia tras anunciar el vicepresidente de EEUU que la visitará: «Veré su seguridad»

Trump, desde su investidura, ha insistido en la necesidad de que EEUU controle Groenlandia

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La ciudad de Ilulissat, en Groenlandia y JD Vance. (Getty)
María Ruiz
  • María Ruiz
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El anuncio del vicepresidente de Estados Unidos, J.D. Vance, de acompañar a su esposa, Usha Vance, en su polémica visita a Groenlandia ha desatado una ola de indignación entre los líderes y habitantes de este territorio autónomo danés. En un mensaje difundido este martes a través de un vídeo en redes sociales, Vance afirmó que aprovechará el viaje, programado para el viernes 28 de marzo, para visitar la base militar estadounidense en el noroeste de la isla y «comprobar qué está ocurriendo con la seguridad de Groenlandia».

Sus palabras han sido interpretadas como una nueva muestra de las pretensiones estadounidenses sobre la isla, intensificando las tensiones en un momento de alta sensibilidad política.

La visita, inicialmente presentada por la Casa Blanca como un gesto cultural de Usha Vance, les esposa del vicepresidente norteamericano, para asistir a la carrera nacional de trineos tirados por perros y explorar sitios históricos, ha tomado un giro inesperado con la incorporación del vicepresidente y su enfoque en cuestiones de seguridad. «Muchos países han amenazado a Groenlandia y quieren usar sus territorios y vías fluviales para amenazar a Estados Unidos, Canadá y, por supuesto, a los groenlandeses», declaró Vance en el vídeo, sin especificar a qué naciones se refería. Donald Trump, desde su investidura en enero, ha insistido en la necesidad de que EEUU controle Groenlandia, la isla más grande del mundo, ya sea mediante su compra o por otros medios.

La ciudad de Ilulissat, en Groenlandia. (Getty)

El primer ministro en funciones de Groenlandia, Múte B. Egede, no ha tardado en reaccionar. «Esto no es una visita inofensiva, es una demostración de poder», ha afirmado en declaraciones al diario local Sermitsiaq. Egede, quien ya había solicitado apoyo internacional frente a lo que calificó como una «actitud agresiva» de Washington tras el anuncio inicial de la visita de Usha Vance, reiteró que «Groenlandia no está en venta» y que su pueblo «merece respeto».

Por su parte, Jens-Frederik Nielsen, líder del Partido Demócrata y reciente ganador de las elecciones, calificó el viaje como una «falta de respeto» hacia la situación política de la isla, especialmente en un momento en que se negocian los próximos pasos hacia una posible independencia de Dinamarca.

Vance en una base espacial de Groenlandia

La presencia de Vance en la base espacial de Pituffik, donde operan efectivos de la Fuerza Espacial estadounidense, subraya el interés estratégico de EEUU en Groenlandia, una región clave en el Ártico por su ubicación y recursos naturales.  Sin embargo, para muchos groenlandeses, esta visita no es más que un recordatorio de las ambiciones de Washington, que han generado rechazo mayoritario entre la población. Según una encuesta reciente, cerca del 80% de los habitantes apoya la independencia de Dinamarca, pero una proporción aún mayor se opone a formar parte de Estados Unidos.

Mientras tanto, en Copenhague, el Gobierno danés observa con preocupación el desarrollo de los acontecimientos. La primera ministra, Mette Frederiksen, ha evitado confrontaciones directas con Trump, pero ha enfatizado que el futuro de Groenlandia debe ser decidido por sus propios habitantes. La visita de Vance, que coincide con un aumento del gasto en defensa danesa en el Ártico anunciado a finales del año pasado, pone a prueba las relaciones entre los aliados de la OTAN en un contexto de creciente rivalidad geopolítica con potencias como Rusia y China.

A medida que se acerca el viernes, la polémica no hace más que crecer. En las calles de Nuuk, el sentimiento es claro: Groenlandia quiere ser dueña de su destino, y la presencia de altos funcionarios estadounidenses, lejos de ser bienvenida, se percibe como una amenaza a su autodeterminación. “Que vengan a visitarnos como turistas, pero no a decirnos cómo debemos vivir”, expresó un residente local, resumiendo el malestar que recorre la isla ante este nuevo capítulo de tensiones transatlánticas.

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