Hizbulá ataca a los manifestantes antigubernamentales en Líbano
La tensión en el Líbano no disminuye y el movimiento callejero espontáneo en todo el país contra la élite política también está en el punto de mira de las milicias chiíes. Partidarios de los grupos chiíes Hizbulá y Movimiento Amal se enfrentaron en el centro de Beirut, la capital, a los manifestantes que desde hace semanas lideran una oleada de protestas contra la élite gubernamental. La violencia y los disturbios entre ambas partes llevaron al Ejército a intervenir y formar una barrera humana que separaba a los dos bandos durante varias horas, una tensión que se alargó hasta el lunes por la mañana. Las protestas contra la clase política dominante, incluidos los grupos chiíes, llevaron al primer ministro, Saad Hariri, a dimitir el 29 de octubre dos semanas después de que comenzaron las protestas, pero el presidente, Michel Aoun, aun no ha nombrado un sucesor para que forme gobierno.
La división en el país se hace cada vez más notorio y la tensión en las calles se acrecienta. La noche del domingo vio como las protestas que han tomado la ciudad giraban en una dirección más religiosa, con los simpatizantes de los grupos chiíes coreando consignas en apoyo de los jefes de la milicia de Hizbulá, Hassan Nasrala, y del Movimiento Amal, Nabih Berri, que además es el presidente del Parlamento. Hizbulá y Amal, respaldados por Irán, estuvieron representados en el gobierno de coalición dirigido por Hariri. La milicia liderada por Nasrala se había opuesto a la renuncia del primer ministro una muestra de su deseo de agarrarse al poder, lo que legitima las acusaciones de los manifestantes que lo culpan por arruinar la economía con años de corrupción y mala administración.
Poco antes de la medianoche del domingo, docenas de personas a pie y en motocicleta llegaron a una barricada montada por manifestantes antigubernamentales en una calle clave de la capital, informó la televisión local. Las fuerzas de seguridad, junto a los refuerzos del Ejército, dispararon gas lacrimógeno en medio de los enfrentamientos para impedir que los jóvenes, armados con porras y varas de metal se enfrentaran de manera directa a los manifestantes, que protestaban contra la élite política del Líbano. «Chiíes, chiíes, chiíes», gritaban los partidarios de Hizbulá. Algunos ondearon la bandera de Hizbulá y dispararon bengalas contra las fuerzas de seguridad y los manifestantes antigubernamentales. Los manifestantes del otro lado respondieron: «Hizbulá es terrorista», según recoge AP.
Los manifestantes, que bloquearon una importante intersección conocida como la carretera de circunvalación (Ring Road, en inglés), una de las arterias de Beirut que une el este y el oeste de la capital, y otras carreteras en varias partes del país, convocaron una huelga general para el lunes en protesta por la falta de progreso en la formación de un nuevo gobierno. Los partidarios de Hizbulá han atacado el principal campo de protesta en el centro de Beirut en más de una ocasión, destruyendo las tiendas instaladas por los manifestantes como en la Plaza de los Mártires, núcleo de las manifestaciones.
La fragilidad de la estructura política establecida en Líbano tras la guerra civil (1975-1990) se tambalea rápidamente. Hizbulá, apoyado por los iraníes, se forjó una reputación entre sus seguidores como campeón de los pobres y defensor del Líbano contra Israel. El partido y su aliado chiita, el partido Amal, han gozado de un apoyo abrumador entre la comunidad chií desde el final de la guerra civil de 1975-1990, lo que los convierte en una potencia política que, junto con sus aliados, ha dominado a los gobiernos recientes, según cuenta AP. Pero ese poder hoy está bajo asedio por los manifestantes libaneses, que les agrupan en el mismo saco que el resto de la élite política, por lo que Nasrala y Berri también son objeto de la ira y su cabeza son parte de las reivindicaciones sociales. Las protestas del Líbano han reunido a personas de todas las edades de todo el espectro político, cansadas de lo que describen como política sectaria tres décadas después de la guerra civil.
El deterioro económico que vive el país mediterráneo arrastrado por la corrupción del Gobierno le ha llevado a ser uno de los países más endeudados del mundo. La crisis económica se ha agravado por el cierre de bancos durante tres semanas desde el 17 de octubre y la imposición de un límite de retirada de dólares de las cuentas corrientes.