Haftar está cerca de “levantar la bandera de la victoria” sobre Trípoli

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Khalifa Haftar. Foto. Getty.
  • Henar Hernández | atalayar.com

El mariscal Khalifa Haftar ha asegurado que las tropas del Ejército de Liberación Nacional de Libia (LNA, por sus siglas en inglés), que él comanda, están cerca de “levantar la bandera de la victoria” sobre la capital, Trípoli. Asimismo, ha aseverado que “la fecha de la victoria se aproxima a su objetivo por el cual los libios ofrecieron convoyes de mártires y heridos”. Estas declaraciones se han producido en un discurso televisado a la nación.

Del mismo modo, Haftar ha definido los cuatro meses de enfrentamientos – que comenzaron cuando lanzó la Operación Torrente de Dignidad e intensificó su ofensiva sobre la capital y las inmediaciones – de la siguiente forma: “Te enfrentas a un enemigo brutal sin precedentes en la tierra de la tiranía, pero lograste cortarle la espalda y acercarte al Nilo después de una larga espera”. Con esta explicación, el mariscal se ha referido a que sus fuerzas “se enfrentan a los terroristas”, con el mismo objetivo con el que comenzó la ofensiva y al que ya apuntaban en su momento fuentes diplomáticas rusas: “Completar la liberación de Libia de este a oeste y de sur a norte”.

El 20 de julio a las 9:00 hora local, el LNA declaró la ‘Hora Cero’ para la toma de Trípoli – la segunda mayor ofensiva orquestada por Haftar desde abril – que consistió en el ataque, con cobertura aérea, de las posiciones del Ejército del GNA en cuatro líneas de frente, focalizando la ofensiva en Khallit Al-Furjan, por ser la más próxima al centro de la metrópoli. No obstante, la ‘Hora Cero’ fue repelida por los efectivos del GNA con sendos ataques – enmarcados en la operación denominada ‘Volcán de Ira’ – que acabaron con la vida de, al menos, una decena de soldados del Ejército de Haftar, al tiempo que capturaban a once mercenarios leales a Haftar y destruían tres vehículos militares, según recoge Lybia Observer. Los combates se han sucedido en otros tres frentes, además de en Khallit Al-Furjan, de acuerdo con Libya Herald: Al-Yarmuk; Wadi Rabea; y Ain Zara, donde el GNA ha afirmado haber librado “una batalla histórica”.

Así, en estos cuatro meses de enfrentamientos, el LNA ha combatido contra las milicias yihadistas y los denominados ‘señores de la guerra’, propietarios de porciones de terreno en el país que defienden y administran como un ‘subpaís’ independiente, pero también contra el Gobierno de Unidad Nacional (GNA, por sus siglas en inglés) asentado en Trípoli, que fue instaurado a instancias de Naciones Unidas y está liderado por Fayez Sarraj. En las últimas semanas, los combates se han recrudecido a medida que las tropas de Haftar cercaban la capital.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés), estos cuatro meses de escalada constante de la violencia ha dejado un balance de 1.093 víctimas mortales, entre ellos, 106 civiles, y 5.572 heridos, en los que se contabilizan 294 civiles.

La UNSMIL busca la desescalada

La Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL, por sus siglas en inglés) ha acelerado esta semana la agenda para tratar de lograr una desescalada de la violencia. Para ello, el representante especial del secretario general de las Naciones Unidas para Libia, Ghassan Salamé, ha mantenido un encuentro con el presidente del Consejo Superior de Estado de Libia (HCS, por sus siglas en inglés) – órgano consultivo creado con la firma del acuerdo político libio el 17 de diciembre de 2015 en Skhirat, Marruecos –, Khaled Mishri, en el que ha aseverado que “se está trabajando para facilitar las iniciativas políticas de acuerdo con el Acuerdo Político de Libia”, pero que, en ningún caso, “negociará con los partidos que abogan por la ‘agresión’ e imponen su visión por la fuerza”.

Asimismo, Salamé se ha reunido esta semana con el viceprimer ministro del GNA, Ahmed Maitiq; el ministro de Exteriores del GNA, Mohamed Siala; el miembro de la Cámara de Representantes, Abdulsalam Nasiyah; y, con el embajador de Turquía en Libia, Serhat Aksen, quien ha manifestado la importancia de “detener la escalada, reducir los enfrentamientos y dar prioridad a la solución de la crisis, a través de un proceso político”.

El desgobierno reinante en Libia, considerado como un Estado fallido desde que el pasado 17 de febrero de 2011 estallara una revolución que propició la caída del régimen de Gaddafi tras 42 años ininterrumpidos en el poder, ha acarreado consigo un escenario de inestabilidad estructural en el que la violencia se ha afincado y en el que la población civil se ha llevado la peor parte: 1,3 millones de personas en necesidad de ayuda humanitaria, 217.002 desplazados internos y 43.113 refugiados y solicitantes de asilo, de acuerdo con datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR, por sus siglas en inglés). Este último grupo, además, sufre constantemente violaciones de derechos humanos en los centros de detención que los acogen por parte de las mafias de tráfico de personas y migrantes y también por los propios efectivos de la Guardia Fronteriza Libia que custodian dichas instalaciones, como ha podido comprobar sobre el terreno la UNSMIL.

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