La gran presa del renacimiento etíope, foco de disputa entre Egipto, Etiopía y Sudán
La última reunión del Comité Técnico Tripartito, formado por delegaciones de Egipto, Etiopía y Sudán, sobre la gestión de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD, por sus siglas en inglés), ha terminado sin acuerdo.
El ministro de Recursos Hídricos de Egipto, Mohamed Abdel Aati; el ministro de Agua, Riego y Electricidad de Etiopía, Seleshi Bekele; y el ministro de la cartera de Riego de Sudán, Yasser Abbas, se han reunido en la capital sudanesa, Jartum, este fin de semana, para abordar los focos de disputa que se ciernen sobre esta megaobra de ingeniería en el Nilo Azul, en construcción desde el año 2011, con el objetivo de extender el suministro eléctrico al casi 60% de la población etíope -que actualmente no posee-.
La base de los conflictos entre las tres administraciones radica en que si bien para Etiopía puede suponer un revulsivo sin precedentes para el desarrollo de su economía, pues una vez que se enciendan las 16 turbinas de la presa, la instalación de 6.000 megavatios -equivalente a seis centrales nucleares- aumentará el suministro de electricidad del país hasta en un 150% de golpe; para Egipto puede suponer la pérdida de hasta un 25% de acceso a agua dulce durante, al menos, tres años, ya que el 90% del suministro egipcio de ese recurso procede del río Nilo. En el medio de la disputa, se encuentra Sudán, que cuenta en su territorio con 650 kilómetros de río -de un total de 1.450-.
En el terreno técnico, Egipto y Etiopía han manifestado su principal desacuerdo sobre el tiempo de llenado de la presa. En un principio, las autoridades etíopes planeaban terminar este proceso en un periodo de dos años, algo a lo que siempre se han opuesto sus homólogas egipcias. Así, desde el Ejecutivo de El Cairo, solicitaron que dicho periodo se extienda, al menos, durante siete años, para que Egipto pudiera prepararse ante la segura pérdida de suministro de agua dulce. Además, alegaron que esto era necesario por si “esta primera fase coincidiera con una sequía extrema en el Nilo Azul de Etiopía, similar a la experimentada en 1979-1989”, declaró el experto Aidan Lewis a Reuters.
En este sentido, durante la reunión, la delegación etíope propuso un nuevo plan de llenado del depósito estipulado en un periodo de cuatro a siete años, aunque no se ofrecieron más detalles. Por su parte, Egipto se opuso a este nuevo programa: “Etiopía ofreció una nueva propuesta que contradice los principios acordados”, declaró el portavoz del Ministerio de Recursos Hídricos, Muhammed el-Sebai, quién también criticó la postura hermética de Etiopía: “Etiopía ha rechazado todas las propuestas que eviten causar daños sustanciales a Egipto”, indicó al respecto.
La proposición de Addis Abeba pretendía satisfacer las demandas de Egipto, país que presentó un plan alternativo a mediados de septiembre, como previa a la reunión, conformado por tres puntos clave: en primer lugar, el establecimiento del tiempo de llenado de la presa en siete años; en segundo lugar, la imposición de un mínimo permanente de 165 metros de agua en la presa egipcia de Asuán, que depende de la GERD; y, en tercer lugar, el requerimiento de que Etiopía liberase 40.000 millones de metros cúbicos anualmente.
Disputa
El plan ya fue rechazado frontalmente por la nación liderada por el primer ministro Abiy Ahmed. El jefe del Grupo Nacional de Expertos en Agua de Etiopía, Faqih Ahmad, declaró a MEMO que la propuesta egipcia “se considera una trampa muy peligrosa, porque requiere un llenado de la presa en varias etapas. El país no puede avanzar a la segunda etapa hasta que se complete la evolución del impacto en los países aguas abajo”. En esta línea, el experto explica que “la propuesta no especifica el tiempo y la forma en que se llevará a cabo la siguiente etapa”, por lo que “es la primera trampa colocada por las autoridades egipcias para detener el llenado de la presa”.
Sobre el segundo y el tercer punto clave, el director ejecutivo de la Oficina Regional Técnica del Nilo Oriental (ENTRO, por sus siglas en inglés), el etíope Fekahmed Negash, ha alertado de que “si Etiopía acepta la liberación de los 40.000 millones de metros cúbicos y mantiene el nivel de Asuán a 165 metros sobre el suelo, existe la posibilidad de que la presa nunca se llene”.
La reunión del 4 y 5 de octubre ha sucedido a otra que tuvo lugar entre el 15 y el 16 de septiembre -la primera que tenía lugar en más de un año-, en la que tampoco se alcanzó ningún acuerdo.
Ante esta situación de ‘punto muerto’, Egipto está buscando la incorporación de presión internacional. En el encuentro del Comité Tripartito, solicitó la activación del artículo 10 del Acuerdo de la Declaración de Principios de la GERD de 2015, que postula “la participación de una parte internacional en las negociaciones para mediar entre Egipto, Sudán y Etiopía, para acercar opiniones, y para ayudar a alcanzar un acuerdo que preserve los derechos de los tres países”.
En su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas de finales de septiembre, el presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sisi, exhortó a la comunidad internacional a que mediara en la disputa: “Si bien reconocemos el derecho de Etiopía al desarrollo, el agua del Nilo es una cuestión de vida, una cuestión de existencia para Egipto […] Eso a su vez, coloca una gran responsabilidad sobre los hombros de la comunidad internacional para asumir un papel constructivo e instar a todas las partes a mostrar flexibilidad en la búsqueda de un acuerdo que cumpla con la aprobación de todas las partes”, expuso el mandatario, en unas declaraciones recogidas por el diario The National.
Ahora, el siguiente paso que ha dado el Ejecutivo de El Cairo se ha orientado en dirección a la Casa Blanca. Según explica Arab News, el portavoz de la presidencia egipcia, Bassam Radi, declaró que Egipto está esperando un “papel instrumental” de Estados Unidos en las conversaciones. Hasta el momento, el gigante norteamericano ha adoptado una postura neutral, lo que ha quedado ilustrado con las últimas palabras de la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Stephanie Grisham, sobre esta cuestión: “Estados Unidos apoya las negociaciones en curso de Egipto, Etiopía y Sudán para alcanzar un acuerdo cooperativo, sostenible y de beneficio mutuo para llenar y operar la Gran Presa del Renacimiento Etíope. Todos los países del Valle del Nilo tienen derecho al desarrollo económico y la prosperidad […] La Administración hace un llamado a todas las partes para que hagan esfuerzos de buena fe para llegar a un acuerdo que conserve esos derechos, al mismo tiempo que respetan las acciones de agua del Nilo entre sí”.