REINO UNIDO

Caos en Birmingham: ratas, autobuses parados, policías agredidos y el alcalde socialista en Nueva York

El ayuntamiento se gastó millones en un sistema informático fallido, en autobuses de hidrógeno y en calles "woke"

La segunda ciudad del Reino Unido, en manos socialistas, se declara en quiebra

Rishi Sunak se hunde en las encuestas del Reino Unido y los laboristas le sacan casi 20 puntos

La basura ha aumentado en Birmingham, la ciudad que puso nombres 'woke' a varias de sus calles
La basura ha aumentado en Birmingham, la ciudad que puso nombres 'woke' a varias de sus calles

La situación de Birmingham empeora conforme pasan las horas. La declaración de quiebra de la ciudad ha levantado una gran polémica en el Reino Unido, pero especialmente en los habitantes de dicha población que han visto como las líneas de autobuses han sido canceladas, la basura se acumula en todos los rincones, «ratas como gatos» amenazan a los peatones e incluso la tensión ha llevado a que los ciudadanos lo paguen con la policía local, dos de cuyos agentes han sufrido agresiones físicas por la situación que se vive.

Las impactantes imágenes, filmadas el martes, muestran a un guardia de tráfico arrodillado en la cara mientras otro recibe puñetazos en medio de la concurrida calle.

Los testigos dijeron que los agresores atacaron después de afirmar que la policía ya no tenía «ningún poder». Un testigo afirmó que «los agentes solo estaban haciendo su trabajo y obviamente no tienen nada que ver con lo que está pasando en el ayuntamiento, pero sus agresores usaron lo de la bancarrota como excusa».

Mientras todo esto ocurre, el alcalde socialista de la segunda ciudad del Reino Unido, John Cotton, sigue de vacaciones en Nueva York. La declaración de quiebra se produjo el martes y allí él estaba donde se fue un día antes con su familia para celebrar su 50 cumpleaños. Pero eso no es todo. Ha dicho que no piensa regresar hasta la semana que viene porque el viaje lo tenía organizado desde hacía dos años.

Como puede imaginarse el enfado con el alcalde y el gobierno municipal por parte de la población es absoluto. Especialmente a medida que se conocen nuevos detalles sobre el despilfarro de su gestión y antes la esperada subida de impuestos que habrá a partir de ahora.

Hace tres años el alcalde fue acusado de despilfarrar con la rotulación de seis nuevas calles con nombres woke que hicieron las delicias de los podemitas británicos: Alameda Diversidad, Calle de la Igualdad, Carretra del Destino, Avenida de la Inspiración, Camino del Respeto y Calle Humanidad.

El primer edil gastó decenas de millones en un sistema informático defectuoso y desembolsó otros 200 millones de euros en su costosa candidatura para organizar los Juegos de la Commonwealth.

Recaudó también a base de impuestos 100 millones de euros con su polémica Zona Libre de Polución y destinó otros 60 millones para comprar autobuses de hidrógeno y levantar carriles bici.

El pasado julio fue acusado de pagar a empresas de taxis decenas de miles de euros después de que se supiera había estado pagando más de 300 euros al día por llevar a un niño al colegio que vive a 5 kilómetros del centro.

Anteriormente, en mayo, el alcalde esbozó su audaz visión de transformar su famosa carretera de circunvalación en un parque para poner «a los peatones y ciclistas en primer lugar» como parte del «plan más ambicioso del último siglo» para la ciudad.

Así, tenía pensado construir 200 kilómetros de vías para caminar y montar en bicicleta, con el objetivo de ponerse al nivel de la capital danesa Copenhague, un auténtico paraíso para los ciclistas.

Dos días de colapso

La izquierda laborista que gobierna Birmingham, la segunda ciudad más grande del Reino Unido después de Londres, anunció hace dos días su bancarrota por una enorme deuda derivada de indemnizaciones por discriminación salarial.

Según la versión oficial, el motivo es que el ayuntamiento tuvo que pagar más de 1.200 millones de euros a más de 5.000 empleadas, sobre todo asistentes, limpiadoras y auxiliares, que en 2010 denunciaron que cobraban menos que los hombres. Los tribunales les dieron la razón en 2012 y el ayuntamiento aún debe casi 900 millones por este concepto.

Pero la realidad es que el consistorio tiene un tamaño desproporcionado para una ciudad de más de 1 millón de habitantes: 101 concejales, uno por cada 10.000 habitantes, mientras que en otras ciudades como Madrid hay uno por cada 60.000 habitantes.

El alcalde socialista John Cotton ha admitido que tiene un déficit de más de 100 millones de euros y que «no tiene recursos suficientes para garantizar la igualdad salarial ni capacidad para asumir esa obligación». El gobierno central, del conservador Rishi Sunak, ha rechazado rescatar al ayuntamiento y solo ha mostrado su «preocupación» por los habitantes de Birmingham.

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