El avispero palestino 70 años después

Donald Trump
Benjamin Netanyahu y Donald Trump, reunidos en el Foro de Davos. (AFP)

La fecha de las elecciones generales de abril en Israel se está aproximando con el preludio de importantes concentraciones palestinas cerca de la frontera israelí para conmemorar el primer aniversario de las manifestaciones semanales en la Franja de Gaza. A pesar de la cautela de Hamas para contener a las multitudes a una distancia de seguridad de la valla fronteriza, grupos de manifestantes lanzaron objetos a los soldados israelíes, quienes al responder causaron varias muertes entre los asaltantes, que se suman a los centenares de palestinos fallecidos durante 2018.

Gaza ha sido un tema central en la campaña electoral de Benjamin Netanyahu, en un contexto de graves tensiones que a Hamas le está costando controlar debido al serio deterioro de la situación social tras diez años de bloqueos fronterizos. Sin embargo, y a pesar de esta inestabilidad sempiterna en torno al perímetro de Israel, y de los procesos por corrupción a los que se enfrenta, la posición de partida de Netanyahu aparece sólida, debido en buena parte a que las dinámicas regionales del último lustro han reforzado la seguridad eventual de Israel, y por otra parte gracias al apoyo explícito recibido por parte de Donald Trump en la Casa Blanca el 25 de marzo de 2019 en relación a los Altos del Golán, una guinda que remarca la renovación de los lazos de EEUU con Arabia Saudí, el descarrilamiento del acuerdo nuclear con Irán, y la intervención norteamericana contra Assad en Siria, tres elementos existenciales desde la perspectiva estratégica israelí.

Principal opositor

La observación de que la imitación es la forma más sincera de halago, que hizo el clérigo inglés Charles Caleb, parece quedar probada en el hecho de que el principal opositor electoral de Netanyahu, su ex jefe del ejército Benny Gantz, ofrece un programa de política exterior seguidista y compatible con el de Benjamin Netanyahu, cuyos eje central es segar la hierba bajo los pies de la solución de un estado palestino independiente e insuflar un nuevo vigor a la línea dura contra Hezbolá y Hamás.

No obstante, y a pesar de que, prima facie, la reelección de Netanyahu es presumiblemente la opción con más números, dados los indicios de que las encuestas subestiman el apoyo a su candidatura, quizás el tiempo del héroe de la Guerra del Yom Kipur haya pasado, entre otras razones por la imagen de vulnerabilidad que proyecta su gobierno, formado por una coalición ostensiblemente enfrentada entre radicales religiosos y nacionalistas moderados. En esta batalla de los Benjamines, Gantz está lejos de ser un adversario desdeñable, cuyas credenciales militares, que exhiben su participación en las principales operaciones militares en la historia reciente de Israel, anulan la potencial ventaja de Netanyahu en este campo.

De nuevo, el factor americano puede ser determinante, si bien en un sentido opuesto a la trayectoria y expectativas de la administración Trump. De entrada, se percibe cierto cansancio tanto entre demócratas como entre republicanos respecto a los cada vez más estrechos lazos chino-israelíes, acompasado por un creciente escepticismo en Washington sobre lo adecuado de estrategias israelíes inflexibles que pueden conducir a un conflicto a gran escala entre Israel e Irán, en el cual se vería arrastrado EEUU.

Imagen internacional

Este prospecto es causa de gran aprensión entre las filas del establishment norteamericano, hasta el punto de que en la reciente conferencia anual del AIPAC, el principal lobby proisraelí en EEUU, el Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí, su presidente Howard Kohr llamó la atención sobre creciente riesgo de que al animadversión internacional hacia el Estado de Israel determine la política norteamericana. Significativamente, ninguno de los candidatos demócratas para la nominación presidencial asistió a la conferencia del AIPAC, por lo que es plausible considerar seriamente la posibilidad de que las preocupaciones de Kohr se materialicen en caso de producirse una victoria demócrata en las elecciones presidenciales de 2020, que podría cristalizar una alteración profunda de las relaciones israelí-estadounidenses.

Es difícil subestimar la influencia que la AIPAC tiene en la política interna de Israel, por lo que es previsible que las inquietudes expresadas en el discurso de este año de su presidente tengan repercusiones críticas en el resultado de las inminentes elecciones israelíes. Por eso, Gantz no dejó pasar la oportunidad de dirigirse en vivo y en directo a la audiencia de AIPAC el 25 de marzo, mientras que Netanyahu lo tuvo que hacer con el paso cambiado y mediante una breve videoconferencia desde Israel, adónde había regresado después de su visita fugaz a Trump, para dar respuesta sobre el terreno a la crisis creada por el lanzamiento de misiles por Hamas desde Gaza hacia Tel Aviv.

El Nudo Gordiano que traba los temas centrales de la política en Israel se sostiene, en 2019 tanto o más que en 1948, en las divergencias acerca de como el centro-izquierda y el centro-derecha gestionan el conflicto árabe-israelí. Pero en esta ocasión, es posible que elegir a uno u otro Benjamín represente la diferencia entre pisar el freno para buscar la pacificación de la región o apretar el acelerador para hacerla virtualmente inalcanzable, y que el resultado final lo determine la influencia del lobby proisraelí que se ha asomado al abismo.

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