Afganistán busca avanzar la paz con los talibanes con la Loya Jirga
La violencia en Afganistán, asolado por la guerra desde hace 18 años, no cesa y la población civil se encuentra sofocada. El país, mientras tanto, está inmerso en la búsqueda de un acuerdo de paz que entra en una nueva fase esta semana con la celebración en la capital, Kabúl, de la Loya Jirga, una gran asamblea de figuras políticas, militares y religiosas en la que participarán más de 3.000 delegados durante los cuatro próximos días.
La comitiva de representantes de la sociedad afgana tiene el objetivo de discutir el marco y la hoja de ruta de las negociaciones de paz con los talibanes. La Loya Jirga es «la más alta manifestación de la voluntad del pueblo de Afganistán» y en esta ocasión se le ha calificado como «consultiva» en lugar de ser un órgano de toma de decisiones como en otras ocasiones que se ha celebrado. Se trata de un ejercicio con el que Afganistán, por un lado, busca crear consenso entre varios grupos étnicos y facciones tribales y, por otro, establecer al gobierno afgano y a los talibanes como los futuros negociadores clave, apoyados por Estados Unidos y la comunidad internacional.
Con la Loya Jirga, Afganistán confía en establecerse como la referencia en las negociaciones de paz con los talibanes, que se vienen avanzando desde distintas frentes en los últimos meses. En la gran asamblea, sin duda, se debatirá sobre la que ha sido la principal vía de negociación con los talibanes, hasta el momento, representada por las conversaciones que los insurgentes han mantenido en Doha, Qatar, con Estados Unidos este año, las cuales han avanzado lentamente.
El enviado especial de EEUU para Afganistán, Zalmay Khalilzad, que ha celebrado cinco rondas de conversaciones con los talibanes hasta ahora, dijo que cualquier acuerdo de paz con los talibanes afganos «dependerá de la declaración de un alto el fuego permanente y del compromiso de poner fin a la larga guerra del país», en una entrevista con Tolo News, la estación de televisión privada más grande de Afganistán.
Proceso de paz
El gobierno afgano, que no ha formado parte de dichas negociaciones dado que los talibanes se niegan a reunirse con sus representantes, busca jugar un papel más relevante en dicho proceso. La Loya Jirga tiene lugar después de que se cancelase la que iba a ser la primera reunión en Doha entre los insurgentes y los representantes de Kabul para abordar el proceso de paz, en presencia de delegados de EEUU (prevista para los días 20 y 21 de abril). Los talibanes tampoco aceptan la Loya Jirga, puesto que dicen que sabotea el proceso de conversaciones con EEUU y etiqueta a los miembros del gobierno del presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, de «títeres» de Occidente.
Ghani, que inauguró el 29 de abril la Loya Jirga, aseguró que «es un momento de orgullo ver a compatriotas de los distritos y aldeas pobres y desfavorecidos reunidos en la Jirga para unas consultas con las que determinar el marco y los límites para las conversaciones con los talibanes». Los insurgentes no forman parte de la gran asamblea, la primera que se celebra desde 2013, por el señalado rechazo a las autoridades gubernamentales.
Las señales de que la comunidad internacional quiere ver avances en el proceso de paz e impulsar el papel del Gobierno, quedaron en evidencia la semana pasada cuando Estados Unidos, Rusia y China emitieron una declaración conjunta respecto a Afganistán. «Las tres partes apoyan un proceso de paz inclusivo, liderado por los afganos, y están listos para brindar la asistencia necesaria», señalaron los representantes de Pekín, Moscú y Washington para Afganistán en una declaración conjunta difundida por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia tras una reunión en la capital rusa el pasado 26 de abril. La reunión trilateral insta a los talibanes a entablar lo antes posible negociaciones de paz con una delegación afgana representativa, incluido el Gobierno nacional.
Estados Unidos, por su parte, persigue el objetivo de retirada de tropas de Afganistán este año, uno de los múltiples conflictos en los que está involucrado. Washington, mantiene su presencia en Afganistán en el marco de la misión de la coalición de la OTAN que lideran y centrada en la capacitación y entrenamiento de las tropas afganas. Para poner fin a la guerra más larga de su historia, EEUU quiere una paz que proporcione el terreno para la retirada, según Khalilzad. El problema es que la retirada de tropas es a la vez una condición de los talibanes para avanzar en las conversaciones. Según analistas, Washington está ultimando un pacto que implica el repliegue de al menos la mitad de los 14.000 soldados estadounidenses en Afganistán a cambio de mayor reconocimiento político de los talibanes y que jueguen un papel en la lucha contra el Daesh en suelo afgano. De cumplirse la promesa del presidente estadounidense Donald Trump, las dinámicas sobre el terreno cambiarían considerablemente.
Daesh se ha hecho con el control de una parte de Afganistan
En la actualidad, el Gobierno afgano controla alrededor de un 55 % del territorio y los talibanes dominan casi el 11 %, mientras que el resto del país está en disputa, según datos del inspector especial general para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR), del Congreso de Estados Unidos, según recoge EFE. Mientras tanto, parte del territorio en disputa ha caído en manos de Daesh, que viene cogiendo mucha fuerza en el país afgano y que ha perpetrado varios ataques terroristas sin cesar, incluyendo uno contra el Ministerio de Información en Kabul el pasado 20 de abril.
A pesar de los avances que se están produciendo con la búsqueda de una salida al conflicto afgano, la sangría humana no se detiene. En el primer trimestre del año, murieron más civiles a causa de operaciones de las fuerzas afganas e internacionales que por los talibanes y otros grupos, algo que sucede por primera vez desde el inicio de la guerra en 2001. La Misión de la ONU en Afganistán (UNAMA, por sus siglas en inglés), informó de que las fuerzas progubernamentales fueron responsables de la muerte de 305 civiles, frente a las de 227 causadas por los grupos enfrentados al Gobierno entre el pasado 1 de enero y el 31 de marzo.
En 2018, la guerra en Afganistán causó la muerte de 3.804 civiles, un aumento del 11% respecto al año anterior y una cifra récord desde 2009, cuando Naciones Unidas comenzó a contabilizar las víctimas civiles en el conflicto afgano.
Los talibanes y el Gobierno de Kabul se reunieron en 2015 en Pakistán en su primer y último encuentro hasta la fecha, dado que el proceso fue suspendido poco después, cuando se conoció la muerte dos años antes del mulá Omar, el fundador del movimiento insurgente y máximo líder de los talibanes afganos.
La Loya Jirga tiene la oportunidad de cambiar este impase y apaciguar otras realidades que azotan a la sociedad civil si logra encauzar el proceso de paz. Se espera que la Loya Jirga produzca el borrador para las conversaciones de paz para proceder a su implementación. Diversos observadores apuntan a que los resultados se darán solo si se logra impulsar el diálogo entre protagonistas afganos.
Para ello, la comunidad internacional deberá apoyar desde una segunda fila al gobierno afgano para establecer posiciones de negociación a través de un proceso dirigido por los afganos. El optimismo que produce el supuesto deseo de los talibanes de poner fin a la lucha es evidente. Lo que también es incuestionable es que lograr la estabilidad en el país a través de una paz duradera será un largo y difícil camino. En esa línea será necesario incorporar diversas voces como el de las mujeres que vienen reclamando un mayor rol en el proceso de paz y que conforman un 30% de los participantes en la Loya Jirga.
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