Monarquía

La vida oculta de la emperatriz Sissi

La vida oculta de la emperatriz Sissi es un recordatorio de que detrás de las imágenes brillantes de la realeza a menudo se esconden historias de dolor, lucha y resistencia.

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Sissi, emperatriz
emperatriz sissi.
Francisco María
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La vida de la última gran emperatriz de Europa, Elisabeth de Baviera, más conocida como Sissi, estaba muy lejos de ser un cuento de hadas. A pesar de haber fascinado a la realeza europea con su gran belleza, su carácter rebelde y su cultura, la monarca nunca encontró su lugar en la rígida corte de Viena. Por ello vivió la mayor parte de su vida siendo presa de la melancolía, hasta el día de su trágica muerte.

Sissi, la emperatriz más triste de la historia

La emperatriz de Austria, Elisabeth de Baviera, fue una monarca muy controvertida en su tiempo. Tenía ideales románticos, alejados de los conceptos de la época, y siempre se mostró rebelde frente al protocolo y al conservadurismo de la corte. Con su deslumbrante belleza y figura cautivaba a todos a su alrededor, pero fue su espíritu rebelde y perfil desafiante los que reflejaban su verdadero ser.

Infancia y matrimonio realSissi emperatriz

Elisabeth (Sissi) nació en la ciudad de Múnich en 1837, siendo la cuarta de los diez hijos de Maximiliano de Baviera, duque en Baviera, y la princesa real de Baviera, Ludovica de Baviera. Sissi y sus hermanos crecieron en un castillo en Possenhofen, a orillas del lago Starnberg, libres y felices, siempre en contacto con la naturaleza y lejos de los lujos de la vida urbanita.

A los 16 años, Isabel acompañó a su madre y a su hermana mayor, Elena, en un viaje a la residencia de verano de la Familia Real de Austria. Allí les recibiría su primo y emperador de Austria, Francisco José, para concretar el compromiso con la elegida de su madre Sofía, la elegante y discreta Elena.

Sin embargo, nadie esperaba que, en lugar de enamorarse de la hermana mayor, el joven emperador quedara cautivado por Sissi, quien se había convertido en una señorita. El romance que surgió tras ese encuentro fue muy evidente, pues Francisco José estaba “enamorado como un cadete”.  Muy a pesar de las diferencias de intereses y temperamentos, el 24 de abril de 1854 ambos jóvenes se unieron en matrimonio.

Una nueva vida entre deberes imperiales

Cuando Elisabeth se trasladó junto a su esposo al palacio imperial, no sólo se sintió sola, sino que perdió toda su espontaneidad, pues la etiqueta cortesana no le permitía ser ella misma. Sus damas eran extremadamente conservadoras y su suegra, la archiduquesa Sofía, hizo que sus primeros años como monarca fuesen una auténtica pesadilla, pues siempre criticaba sus hábitos, vestidos, costumbres y aficiones.

Debido a las intromisiones de su suegra, su matrimonio con Francisco José se complicó, al punto de convertirse en un vínculo más formal que afectuoso. A pesar de los problemas, Sissi y el emperador tuvieron cuatro hijos: Sofía Federica, Gisela, Rodolfo, el heredero de la Corona; y María Valeria.

La exigencia de la nobleza y los deberes imperiales hizo que su espíritu rebelde se apagara poco a poco. Elisabeth se alejó de la vida pública y se obsesionó con la belleza física. No sólo llevaba una estricta rutina de ejercicio y cuidado diario, sino que desarrolló serios problemas con la alimentación que la llevaron a ser extremadamente delgada.

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La emperatriz Sissi tuvo que hacer frente a varias desgracias. La más dolorosa fue, sin duda, la muerte de su primogénita cuando aún era una niña pequeña. Sofía había contraído disentería en un viaje a Hungría, donde murió. Después de esta pérdida, Elizabeth se sumió en una profunda depresión que oscureció su vida. Debido a su estado de ánimo, viajó un par de veces para mantenerse alejada de la corte.

Una vez recuperada, regresó a Viena en agosto de 1862. En este momento de su vida, Elizabeth decidió cumplir con sus obligaciones, pero se reservaría un espacio propio donde cultivar su propia individualidad y sus pasiones, como la lectura y los viajes.

Lamentablemente, en 1889, el príncipe Rodolfo se quitó la vida junto a su amante, la joven baronesa María Vetsera. El joven había quedado inestable psicológicamente debido a la formación militar dura y estricta que recibió. Esta nueva tragedia acentuó la depresión de Sissi, quien se aisló del mundo en un palacio de verano en Corfú (Grecia).

Una muerte trágica

En 1898, mientras paseaba por el lago Lemán de Ginebra, Elisabeth se topó con un hombre. Luigi Lucheni, un anarquista italiano que sería condenado más tarde a cadena perpetua, le arrebató la vida tras clavarle un finísimo estilete en el corazón. Elisabeth murió ese mismo día tras caer al suelo y con ella la vida de una mujer marcada por el luto, la tragedia y la esclavitud de la vida cortesana.

El crimen de la emperatriz Elisabeth sacudió el mundo, sellando su destino como leyenda.

Conclusión

Al explorar su vida más allá del mito, podemos apreciar la complejidad de su carácter y el impacto duradero que ha tenido en la cultura popular. Sissi no solo fue una emperatriz, fue una mujer que, a pesar de las adversidades, nunca dejó de luchar por su propia verdad.

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