Historia de España

La Revolución de Asturias de 1934: un levantamiento obrero en la historia de España

La Revolución de Asturias de 1934 fue un acontecimiento trascendental en la historia de España para la lucha de los trabajadores.

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La Revolución de Asturias de 1934: un levantamiento obrero en la historia de España
La Revolución de Asturias.
Francisco María
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La Revolución de Asturias comenzó el 5 de octubre con una insurrección significativa, que en el resto del país no tuvo el mismo impacto. Por eso Asturias se convirtió en el epicentro de la insurrección, donde la alianza obrera tuvo éxito.

La insurrección fue duramente reprimida por el gobierno, que recurrió a tropas coloniales marroquíes y a la Legión, bajo el mando del general Francisco Franco. A pesar de la derrota, la Revolución de Asturias se convirtió en un símbolo para la izquierda obrera en España y Europa. Se le considera la “última revolución social, aunque fracasada, del occidente europeo”.

Antecedentes

En 1931, la izquierda en España recibió con esperanza la proclamación de la Segunda República. Sin embargo, la polarización social y la crisis económica marcaron el panorama político. La Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por José María Gil Robles, se convirtió en el partido mayoritario.Clase obrera

El presidente Niceto Alcalá Zamora decidió no confiar la formación de gobierno a Gil Robles, debido a su dudosa lealtad hacia la República. En lugar de ello, encomendó esta tarea a Alejandro Lerroux del Partido Republicano Radical, quien era conocido por su corrupción.

Las bases obreras se sintieron frustradas por la insensibilidad social del gobierno de Lerroux y sus aliados cedistas. El desempleo y las lentas reformas agrarias no lograban satisfacer las demandas de los jornaleros. Muchos cuestionaron la eficacia de la República para resolver sus problemas.

España se encontraba inmersa en una profunda crisis económica y social, agravada por la dictadura de Miguel Primo de Rivera y después por la monarquía de Alfonso XIII. La situación de los trabajadores, especialmente en las regiones mineras del norte de España, era precaria: largas jornadas laborales, salarios bajos, condiciones de trabajo peligrosas y falta de derechos laborales.

El estallido

En octubre de 1934, la derecha republicana, respaldada por la Confederación de Derechas Autónomas, enfrentó una huelga general revolucionaria que fracasó en gran parte de España. Sin embargo, en Asturias y el norte de León la huelga se transformó en una insurrección armada.

Durante dos semanas, la República perdió el control de la región. Tuvieron que recurrir al Ejército para sofocar la Comuna Asturiana, liderada por un Comité Revolucionario compuesto por socialistas, comunistas y anarquistas.

Los mineros, armados con palos, piedras y algunas armas de fuego, se enfrentaron a las fuerzas del orden en las calles de las principales ciudades de Asturias. La lucha fue encarnizada y sangrienta, con numerosas bajas en ambos bandos. Los trabajadores, organizados en milicias populares, lograron controlar temporalmente algunas zonas de la región, pero finalmente fueron derrotados por la fuerza militar del Gobierno.

La represión del movimiento obrero en Asturias tras el fracaso de la huelga revolucionaria de octubre de 1934 marcó el inicio de una etapa de tensión en la vida política española, que desembocaría en la Guerra Civil.Guerra Civil

La respuesta

Para evitar que los soldados movilizados pudieran unirse a los revolucionarios, el Gobierno decidió enviar al Ejército de Marruecos. Este era conocido por su experiencia en la guerra sin reglas y su falta de empatía hacia los civiles.

La elección de Francisco Franco, un militar africanista con fama de severo, para liderar las operaciones militares en Asturias generó controversia incluso dentro de las derechas que gobernaban la República. Finalmente, se impuso la idea de aplicar un castigo ejemplar al movimiento revolucionario.

Franco, quien ya había reprimido la huelga general de 1917 en Asturias, supervisó las operaciones desde Madrid. Entre tanto, los generales Yagüe y López Ochoa se encargaron de las acciones sobre el terreno.

El Ejército africano desplegó una brutalidad similar a la que había utilizado en Marruecos, empleando tácticas como el bombardeo aéreo, que hasta entonces era poco común en Europa. Esta táctica fue utilizada para aterrorizar y desmoralizar a los revolucionarios asturianos.

Brutal represión

Los bombardeos no solo se dirigieron a las posiciones de los milicianos, sino también a los pueblos mineros abandonados por sus habitantes. El objetivo era destruir la moral de los combatientes al hacerles temer por la suerte de sus familias.

Después de los bombardeos, el Ejército lanzó octavillas informando sobre el fracaso de la huelga en el resto de España y amenazando con castigos severos para los “rebeldes de Asturias”. Hubo asesinatos indiscriminados, persecuciones y torturas.

El Comité Revolucionario aceptó negociar la rendición. Sin embargo, la violencia no se detuvo con la derrota del movimiento huelguístico en octubre de 1934. Al final del mes, cuando la Comuna de Asturias ya era solo un recuerdo, la represión se intensificó. La ocupación militar, que contaba con 15.000 soldados y 3.000 guardias civiles, fue seguida por días de extrema represión.

Represión y consecuencias

Tras la derrota de los trabajadores, el Gobierno decretó el estado de guerra en Asturias y ordenó una brutal represión contra los participantes en el levantamiento. Miles de trabajadores fueron detenidos, juzgados sumariamente y condenados a largas penas de cárcel o a la pena de muerte. La represión se extendió a lo largo de varios meses, dejando un saldo de cientos de muertos y heridos.

Legado

La Revolución de Asturias de 1934 dejó un legado importante en la historia de España. Por un lado, puso de manifiesto la capacidad de movilización y resistencia de la clase obrera frente a la opresión y la injusticia. Por otro lado, evidenció las limitaciones y contradicciones de la Segunda República en su intento de conciliar los intereses de las clases trabajadoras y las élites políticas y económicas.

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