Historia

Bombazo arqueológico: pinturas de hace 8000 años son la primera prueba de pensamiento matemático humano

Flores, historia, arqueología
Clasificación de los motivos vegetales en cuatro categorías básicas: 1–2 flores, 3–4 arbustos, 5–6 ramas, 7–8 árboles. Imagen: Yosef Garfinkel y Sarah Krulwich.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

Sumar, restar, multiplicar es algo que hacemos casi sin pensar. Forma parte de la vida diaria, de repartir una cuenta o medir el tiempo. Sin embargo, el origen de ese pensamiento matemático siempre ha planteado una pregunta incómoda: ¿cuándo empezó realmente el ser humano a pensar en números, proporciones y divisiones?

Durante décadas, la respuesta apuntaba a la escritura, a la contabilidad de los primeros Estados, a los impuestos y al comercio. Pero una investigación reciente lleva hasta aldeas agrícolas sin escritura, sin ciudades y sin números escritos.

El estudio se centra en unas cerámicas pintadas hace más de 8.000 años en el norte de Mesopotamia. A primera vista parecen simples motivos florales, pero un análisis cuidadoso muestra patrones pensados para dividir, repetir y ordenar.

Estas pinturas de hace 8.000 años son la primera prueba del pensamiento matemático humano

Según el estudio publicado en Journal of World Prehistory por Yosef Garfinkel y Sarah Krulwich, las comunidades de la cultura Halaf (6200–5500 a. C.) utilizaban patrones florales con una lógica matemática clara . No se trata de una intuición vaga ni de una lectura forzada, sino que los números aparecen una y otra vez.

En numerosos cuencos y platos, los investigadores identificaron flores centrales con 4, 8, 16, 32 e incluso 64 pétalos. No aparecen de forma aislada. Se repiten en yacimientos distintos y siguen una progresión geométrica basada en la duplicación. En un caso especialmente llamativo, la base de un cuenco se divide en una cuadrícula con 64 flores colocadas de forma regular.

Dividir un círculo en partes iguales no es algo espontáneo. Exige planificación, control del espacio y consistencia. Hay una forma de pensar que ordena, reparte y mide visualmente.

Las aldeas halafianas funcionaban con tierras comunales, cosechas compartidas y trabajo colectivo. Repartir campos, distribuir grano u organizar turnos exigía saber dividir. Estas comunidades ya manejaban ese conocimiento sin números escritos y lo aplicaban de forma práctica y visible, mediante esquemas que todos podían entender.

Cómo el pensamiento matemático aparece en flores y motivos vegetales

Las flores son el motivo vegetal más frecuente en la cerámica halafiana. El estudio ha identificado más de 370 ejemplos. Aparecen como flores simples de cuatro pétalos, flores grandes con divisiones precisas del espacio y composiciones repetidas en bandas o cuadrículas.

En segundo lugar aparecen las ramas, con casi 300 ejemplos. Se representan de forma esquemática, a veces como hojas redondeadas, otras como patrones en zigzag. Funcionan como elementos rítmicos dentro de la decoración, marcando secuencias y repeticiones.

Los árboles son mucho menos comunes. Apenas una treintena de casos. Se reconocen por un tronco central y ramas simétricas a ambos lados. Incluso aquí, la simetría domina la composición.

Además, algunas piezas combinan flores con animales, ramas con cabezas de toro o escenas humanas muy esquemáticas. Sin embargo, cuando se trata de números y divisiones claras, siempre son las flores las que llevan el peso visual.

No sabemos cómo lo resolvían en cada caso. Pero si varias familias compartían tierras, cosechas o tareas, es evidente que necesitaban criterios para dividir y repartir. Las cerámicas sugieren que ese pensamiento ya existía, aunque no se escribiera.

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