Cuando el aceite brinda su mejor versión: Finca La Torre

La vida es un ciclo constante, todo se repite una y otra vez. Todo va y regresa, como un boomerang. Con diferente forma, pero con el mismo fondo y a ser posible en su mejor versión. No me dirán que no parece que vivamos en la eterna lavadora, eso sí, con un centrifugado a tope de potencia. Aunque no lo crean y salvando ciertas pinceladas —que en muchos casos es dinero de por medio—, en esta vida todos jugamos con las mimas cartas; las barajamos —muchas veces las barajamos tanto que hacemos vomitar a los caballos— y, según nuestra suerte, trabajo e iluminación divina, tenemos unos resultados u otros. En España, en lo que a despensa gastronómica se refiere, nos ha tocado jugar con las mejores cartas; sin duda, nuestros productos son la escalera de color, el trío de ases, la brisca y que todos deseamos que nos toque en la partida con nuestros colegas.
Lo nuestro no es magia. Ni David Copperfiel, ni Houdini, ni los castizos Jorge Blas, el Mago Pop o Juan Tamariz han tenido nada que ver. Es la grandísima suerte de pertenecer a una tierra que da las mejores frutas, verduras y hortalizas del continente, contar con unos terrenos donde se crían las mejores reses y rodearnos de un mar que brinda los más suculentos manjares. Pero es que, además, tenemos el compromiso de nuestras gentes, volcados siempre en mostrar la mejor versión, sea de lo que sea. Es esa búsqueda de la excelencia lo que mueve montañas y la conservación de la cultura gastronómica española lo que emociona.
En este mundo en el que todos los productos se cuelgan la etiqueta de gourmet, hay que realzar una joya culinaria, que nunca la hemos considerado como tal, pero que en las últimas décadas y gracias al empuje de unos pocos sabios está en el lugar que se merece: el aceite de oliva virgen extra. Quizás porque forma parte de nuestra dieta y lo asumimos como algo natural, nunca lo hemos valorado tanto como ahora, cuando los ojos de todo el planeta están puestos en nuestros campos de olivos y la grandeza del aceite que aquí se hace. Que le vamos a hacer si, como dice el gran chef José Andrés, «Somos el país más rico del mundo». O parafraseando a Serrat y a su famosa canción Mediterráneo: «que le vamos a hacer, si nacimos en España». Grandes.
De las miles y miles de hectáreas inundadas por olivos que hay en Andalucía pongo mis ojos en Málaga, concretamente en Bobadilla, una localidad que se encuentra a unos 15 minutos de la archiconocida Antequera. Aunque la recolección de la aceituna comienza habitualmente en pleno mes de diciembre, aquí la almazara Finca La Torre se encuentra ya a pleno rendimiento. Y es que es su recolección temprana es la que permite que disfrutemos de una auténtica delicatessen. Después de la crisis que ha sufrido el sector en los últimos años, ante la terrible sequía, y el sufrimiento que ha supuesto para los consumidores ver como el AOVE estaba inmerso en una escalada de precios que lo convertía en artículo de lujo, esta temporada vive su mejor momento.
La almazara malagueña estima que esta será la mejor cosecha de los últimos dos años. Según afirma Víctor Pérez, alma mater del proyecto, esperan recolectar 600 toneladas de aceitunas ante la extraordinaria situación de sus olivos, repletos de frutos. A ello se suma la buena salud de la que goza campo malagueño ante la climatología favorable de los últimos meses con gran cantidad de precipitaciones. En total, se prevé que la producción de los cuatro tipos de AOVE alcance las 80 toneladas. «Los olivos lucen este año más generosos que nunca, fruto de la primavera lluviosa que ha vivido la provincia de Málaga y que nos ha situado en ventaja frente a otras zonas productoras de España. El estado de la aceituna es excepcional: piezas sanas, de gran calidad y libres de enfermedades.
Con estas condiciones, encaramos la campaña con las expectativas más altas de los últimos años», asegura Víctor. La recolección durará unos 50 días, hasta aproximadamente la segunda semana de noviembre; una cosecha que se inicia más tarde de lo habitual como consecuencia de la maduración tardía de la aceituna. «Este año los olivos no han tenido el estrés hídrico de otras campañas. El hecho de contar con agua suficiente da lugar a que la planta vaya cumpliendo cada etapa de su ciclo vital con mucha más calma; cuantos más frutos tiene el árbol más tarda en madurar y más sosegado es este último paso», afirma Víctor.
Para aquellos más despistados, Finca La Torre es una de las firmas más reconocidas a nivel nacional e internacional; con una brillante trayectoria de 14 años, es ganadora de seis premios Alimentos de España —el último de ellos con la cosecha 2024-2025—. La dedicación, el mimo y el cuidado que prestan año tras año a los olivos se refleja en su producto gourmet. El proceso comienza por una recolección temprana y sigue con la extracción en frío para que el fruto mantenga intactas sus propiedades; el secreto está en recoger la cantidad que la almazara puede molturar en el día y, así, además de potenciar al máximo su aroma, su sabor y su textura, se garantizan sus propiedades saludables (antioxidantes como la vitamina E, los polifenoles, etc.).
Finca La Torre cuenta con 380 hectáreas, entre pastos, pinares y olivares, compuestos estos últimos por 1/3 de olivos centenarios de la variedad hojiblanca y 2/3 por olivos nuevos de las variedades arbequina, picudo y cornicabra, de intensísimos aroma y sabor. El ingeniero agrónomo Víctor Pérez lidera un modelo de producción y elaboración ecológico y biodinámico que consigue sacar el mayor partido al olivar de su finca propia.
Además, esta temporada Finca La Torre da un paso más en su posicionamiento como referente del sector oleícola español: estrena una identidad corporativa con la que reivindica su compromiso con el legado centenario del AOVE. Su nuevo claim Guardians of Excellence —en español, Guardianes de la Excelencia—, es toda una declaración de identidad y liderazgo.
Tras más de una década siendo reconocida con los más prestigiosos premios nacionales e internacionales, la firma reivindica así su papel como custodios de la pureza, la sostenibilidad y la excelencia en el olivar andaluz. Guardianes de la Excelencia ejemplifica el compromiso de velar por un producto que habla por sí mismo: auténtico, honesto y de calidad insuperable.
El aceite de oliva virgen extra forma parte del patrimonio cultural y gastronómico de Andalucía y de España y, por supuesto, debería serlo del mundo entero, así que la UNESCO ya tiene una propuesta más para pasar a patrimonio inmaterial de la Humanidad.
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