Construir una bodega en casa es el último lujo inmobiliario
Para algunos afortunados, el sueño se hace realidad. “Hace unos años, el anfitrión escogía el vino, buscaba la botella adecuada y nadie veía la bodega. Con frecuencia eran oscuras, con una rana de madera y la bicicleta del niño”, cuenta un responsable de la casa de bodegas Halstock. “Ahora la idea es que sea una habitación más de la casa. Cerca de la cocina o del salón, espaciosa y con luz. Es decir, para enseñarla. Se ha convertido en una estancia que el anfitrión quiere compartir con sus amigos”.
Lo más novedoso en el mercado, especialmente para propiedades con un limitado espacio, es la bodega en espiral. Una maravilla de la ingeniería (y del buen gusto) construida bajo el suelo de la cocina o del salón. Cristal corredero y excelentes condiciones para guardar el vino. Las botellas descansan alrededor de la escalera de caracol, situada a 2 o 3 metros de profundidad. No es un capricho barato: la construcción e instalación completa tiene un coste desde los 40.000 euros hasta los 100.000. Todo ello con una capacidad media de 1.500 botellas. Haciendo cálculos: el precio de almacenar una botella va desde los 25 hasta casi los 70 euros.
Lo más novedoso en el mercado es la bodega en espiral
Para poner la guinda (tecnológica) a la bodega, se puede instalar el e-sommelier. Un software que contiene toda la información de las botellas almacenadas, incluida sus características y los cuidados que requiere cada botella. Además se pueden añadir en él notas de cata.
Pero el verdadero lujo -y la última moda- es construir la bodega y una sala de cata. Dicha sala cuenta con zona de decantación y todo lo necesario para degustar el vino. Si el conjunto está unido a la cocina o comedor, es todo un espectáculo.
La construcción no es sencilla: hay que lograr la temperatura y grado de humedad adecuados, ausencia absoluta de olores y vibraciones y un diseño excepcional. Luces LED que aseguran estabilidad en la temperatura y baldas especiales que evitan que la etiqueta se raye.
Como vemos, se trata de convertir la bodega en un pequeño museo, donde mostrar los preciados vinos. Si has leído nuestro artículo del mercado de inversión de vinos, apreciarás que quien paga 5.000 euros por un Burdeos quiere exhibirlo. Coleccionistas e inversores cuentan con su propia sala de vinos, que es como a ellos les gusta denominar a la bodega. Y no falta la tecnología punta: acceso con reconocimiento de huella dactilar y control del stock en la nube.
“A la hora de vender una casa de lujo, la bodega es un punto de diferenciación importante” afirma un representante de la inmobiliaria Knight Frank.
También está siendo un negocio que las empresas de reforma han tenido que aprender. Un buen número de personas que proceden a hacer una reforma integral, incluyen una bodega en el nuevo diseño del hogar, aprovechando una habitación o el propio garaje. “Ahora se lleva el cristal”, cuenta un responsable de una empresa de reformas, “pero es mal aislante y requiere que sea doble y además cuente con un relleno de argón”.