CRÓNICA DEL VUELO A LA PALMA

«No sabemos lo que pasará»: la odisea de un periodista de OKDIARIO para llegar al infierno volcánico

Volcán La Palma
Zona del volcán de La Palma.
Joan Guirado

A las 16:14 horas de este domingo, cuatro minutos antes de la hora programada para la salida del vuelo IB0584 del aeropuerto de Madrid, se colaba la noticia en el interior de un avión con apenas cinco asientos vacíos, los de la ministra de Ciencia, Diana Morant, y su equipo, que a última hora decidieron quedarse en Madrid. Tras días de especulaciones sobre la posible erupción volcánica de La Palma, el magma encontraba cómo salir a la superficie tras una fuerte explosión.

A la mayoría de pasajeros la noticia les llegaba mediante fotografías o mensajes que les mandaban sus familiares mientras se disponían a activar el modo avión de sus dispositivos. La bomba recorría la aeronave con la misma rapidez que los nervios, y la incertidumbre se apoderaba de las 170 personas que iban a bordo. Tal es así que la tripulación tuvo que intervenir para calmar al pasaje y generar un clima de tranquilidad.

«Sabemos lo que está pasando pero no sabemos lo que va a pasar. Que vamos a La Palma, a La Palma, si no, pues vamos a Tenerife. Lo sabremos a medida que nos acerquemos. Pero por favor, apaguen sus teléfonos móviles». Este era el mensaje del personal de Iberia con el que pretendían rebajar la tensión que, con las puertas del avión ya cerradas, impregnaba el rostro de cada uno de los viajeros que volaban por diferentes motivos a la isla.

Yaiza, una palmera que lleva dos años residiendo en Madrid, nos preguntaba antes de subir al avión, al ver el material televisivo, que si podía viajar con tranquilidad: «Estoy asustada». Esta canaria volvía a su tierra natal para reunirse con su madre en el municipio canario de Breña Baja. Pese a explicarle que en ese momento estaba tranquilo, pero que no se descartaba la erupción en cuestión de horas, al ver las imágenes a través del teléfono de su compañero de asiento entró en pánico. Su madre, de 86 años, le espera sola en La Palma.

Tras tres horas incomunicados, intentando conciliar el sueño para no pensar en lo sucedido, y con información puntual desde el exterior por parte de los azafatos, el vuelo se acerca a la isla con la primera imagen del volcán expulsando humo en directo. Durante el vuelo algunos, resignados a no saber durante tanto tiempo lo que estaba ocurriendo, compraron el pack de internet aéreo que les permitía, como mínimo, seguir en contacto con los suyos.

Con unas maniobras ligeramente distintas, para garantizar la seguridad del aterrizaje y del pasaje, pocos minutos después de las seis de la tarde hora canaria el avión que había despegado de Barajas tres horas antes tomaba pista con muchos curiosos mirando desde la ventana. Aunque se planteó el desvío a Tenerife, finalmente los pilotos consideraron que era seguro aterrizar en el pequeño aeródromo palmero.

Ya con los pies en el suelo, aunque con la incertidumbre de dónde tendrán que dormir alguno de ellos durante la próxima noche, los que viajaban a su tierra para compartir unos días con los suyos se han fundido en cálidos abrazos en la pequeña terminal palmera.

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