Crónica de campaña

Sánchez no se lleva ni un voto de la sentencia

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez firmando en un libro. (Foto. PSOE)

Le dijeron al líder: «Vamos a crear tensión y tú solo serás el favorecido». Le añadieron: «Sucede que cuando hay gran inestabilidad el que se aprovecha es el que gobierna». Y Pedro Sánchez -el presidente mejor valorado de la historia democrática de España según el señorito del CIS, José Félix Tezanos- se lo creyó a pies juntillas. Pero mírese por dónde la primera impresión es que, ni mucho menos, que a Sánchez, a su Gobierno y al partido que le soporta, expresión de un ex-ministro de Felipe González, no le están aprovechando estas horas iniciales de un presumible terremoto en Cataluña que tampoco está siendo para tanto, es, como mucho, una marejada.

Y el nerviosismo ha cundido en La Moncloa y en sus alrededores, y crece en estos ámbitos la inquietud mientras los desalojados socialistas de Sánchez se lo están pasando chupi. Fíjense por ejemplo en Elena Valenciano a la que el aún presidente ha echado directamente de Europa. Ella, apelando a la memoria, tan añorada, de Rubalcaba, se expresa de este modo: «¡Cuánto te echo de menos, Alfredo». Y no sólo ella, porque, a más a más (al fin estamos hablando de Cataluña) un colaborador intimísimo de Zapatero, de sobrenombre y apodo ‘Pepiño’ no se guarda lo más mínimo en sentenciar: «Estos se han equivocado y lo van a pagar en las urnas».

Se constata pues que las algaradas de Barcelona y circundantes no están beneficiando a nadie… o, perdón, sólo a alguien con quien no habían contado. No son rentables para Sánchez, a quien las encuestas le sitúan muy lejos de los 140 escaños previstos; tampoco lo son, desde luego, para los sediciosos que, en palabras de un periodista catalán que siempre juega a dos barajas «saben a de dónde vienen pero no a dónde van».

Casado va bien

A la izquierda nacional de Pablo Iglesias y el ‘muñeco diabólico’ Íñigo Errejón menos que a nadie porque se han puesto directamente en el bando de los golpistas. O sea, a casi nadie, salvo, por ejemplo a Pablo Casado que está llevando la “cosa” francamente bien según opinión generalizada en todos los cenáculos de la capital. No deja de subir y parece que incluso, está frenando la medida euforia de los suyos, ocultando las encuestas que Michavila prepara para él. Unos sondeos que ya el sitúan en los 105 diputados, sin contar los dos seguros, quizá un tercero también, de Navarra Suma.

En el Palacio Real, un líder de la oposición como Santiago Abascal que todavía acopia grandes amigos en Génova refrendaba estos datos, al tiempo, claro está, que anticipaba que «nosotros vamos a dar una sorpresa formidable».

Sánchez no se ha reunido cara a cara con su sus rivales, enemigos en el argot monclovita. Con Casado mantuvo una conversación telefónica no demasiado larga en el que expresó su disposición a aplicar la Ley de Seguridad Nacional. Nada en concreto. Engatusamiento para intentar un acuerdo del que él, después, pueda aprovecharse, pero, claro está, no cuenta con que ni Casado, ni Rivera, ni Abascal, al que ni convoca porque le tiene por un fascista próximo al terrorismo verbal, son extremadamente idiotas.

Limpio, bonito y mafioso

Le apoyarán sí pero depende en qué. Sánchez -lo anticipo- no está dispuesto a compartir con ellos, porque lo detesta, el marrón del 155, e intenta convencerles genéricamente para actuar «por lo que pueda pasar». O sea, nada con sifón. Sánchez volvió a mentir clamorosamente el lunes cuando desde el sitial de La Moncloa, rodeado de sus afectos y de un Iván Redondo al que ya se le está cayendo hasta el tupé trasplantado, aseguró, con gran solemnidad y gustándose en el pase , que «los sediciosos van a cumplir íntegras sus penas», pero resulta que el personal tampoco ha tragado, y los medios son ya una sinfonía de uniformidad denunciando que Junqueras y demás facciosos incluso se pueden tomar las uvas, variedad “chardonnay”, que nosotros somos más franceses que españoles, en sus casas brindado por el futuro de la República insurrecta.

Sánchez volvió donde anda siempre, es decir, en la mentira institucionalizada, y el tiro le ha salido por la culata, vamos que nadie le va a votar otra de más por esta promesa falsa. Le queda otra bala en la recámara. Solo un adelanto: a la familia del general le han quitado hasta la llave de la Cripta de la Almudena, la cripta que compraron. Todo limpio, todo bonito, todo mafioso. Sánchez.

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