Sánchez da un mitin de una hora echando a los demás la culpa de una epidemia que causa ya 1.326 muertos
España ha registrado 5.000 nuevos casos confirmados de coronavirus en un sólo día, alcanzando la cifra de 24.926 infectados. La pandemia deja ya 1.326 muertos
Coronavirus España, en directo
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha comparecido este sábado para autojustificarse ante la epidemia de coronavirus que deja ya en España 24.926 infectados y 1.326 muertos. El mensaje, en resumen, es que la culpa es de los demás. Un discurso en el que el socialista se mueve cómodo y persevera desde que comenzó la crisis.
Sánchez ha avanzado un panorama desolador. Se ha referido a la pandemia como una «catástrofe». Ha advertido que «los casos diagnosticados y fallecidos van a aumentar en los próximos días», que «llegan días muy duros» y que «tenemos que llegar al final de la próxima semana muy fuertes». Incluso ha destacado que «esta situación es la más grave que ha vivido España desde la Guerra Civil».
Sin embargo, el jefe del Gobierno que durante semanas ignoró la magnitud de una crisis que se veía venir ha rechazado cualquier ejercicio de autocrítica. Se ha remitido insistentemente a las instrucciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de expertos, de asesores. Este sábado, por cierto, ese mismo Ejecutivo desdeñó las advertencias de casi 70 expertos que le avisan del colapso del sistema sanitario si no se adopta el confinamiento total de la población.
«Estamos luchando contra un enemigo al que vamos a vencer y al que vamos a conocer progresivamente», ha observado Sánchez, recurriendo a lugares comunes. «Es en la adversidad cuando demostramos de verdad de qué madera estamos hechos», ha llegado a decir, el día en que las muertes han aumentado en 324, los contagiados en 5.000.
En un chantaje a la oposición, que le critica por su falta de iniciativa ante la crisis, ha apelado a la «unidad» y ha asegurado que «nadie» de su Gobierno «va a polemizar con ninguna administración ni partido político».
El socialista ha dedicado la mayor parte de su intervención a defender la gestión de su gabinete, opacando la inacción en que «la primera etapa de contención incluyó medidas preventivas» y que «hace siete días fue necesario pasar a una fase de mitigación y decretar el estado de alarma».
«Esta estrategia tiene una finalidad central: frenar la propagación tan rápida del virus. Necesitamos ganar tiempo», ha destacado. Se trata básicamente, ha dicho, de que el sistema sanitario pueda estar «mejor preparado» para responder a la enfermedad y de que la ciencia «encuentre tratamientos y vacunas».
«Las líneas de actuación deben cambiarse si no son eficaces», ha aseverado el socialista, que ha defendido que en España se han «adoptado las medidas más drásticas y más estrictas del mundo», obviando que China, con un confinamiento total, sí ha logrado vencer al virus.
De forma sorprendente, Sánchez ha dedicado incluso algunos minutos a ilustrar cómo la epidemia ha impactado en el consumo de queroseno, de energía en los hogares, o en el tráfico de datos de Internet. También se ha detenido en reprochar a los ciudadanos que «buscan soluciones individuales imposibles, que consumen bulos, que acaparan bienes y productos». «Esta conducta es la que todos debemos combatir», ha abroncado.
Después, ha vuelto al tono dramático, y ha insistido: «Desgraciadamente, lo peor está por llegar, llegan días muy duros y pondrán al límite nuestras capacidades. No es el miedo el que nos mantiene encerrados en nuestras casas, es el coraje. Va a llegar la ola».
Y descargándose en la responsabilidad de los españoles ha aseverado que «si nos quedamos en casa conseguiremos que muchas personas a las que queremos sigan respirando». Esos españoles que, al fin y al cabo, son ahora los únicos que se enfrentan a una epidemia sin control.